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2023 SUMMER

Pinturas de la corte: el arte de los deseos

Los pintores de élite de la corte de la dinastía Joseon crearon obras llenas de color repletas de deseos por la supremacía y la longevidad del rey y la familia real. Su labor quedó plasmada en amplios lienzos, biombos, murales y pergaminos colgantes.

“Grullas Blancas”.Kim Eun-ho. 1920. Color sobre seda. 214 × 578 cm.
Mural ubicado en el Palacio Changdeok, en la pared occidental de las cámaras de la reina, Daejojeon. Fue pintado por Kim Eun-ho (1892–1979). Su obra hereda la pintura decorativa tradicional de la corte real, que presenta espléndidos colores y suaves pinceladas.
© Museo del Palacio Nacional de Corea


Los palacios de la dinastía Joseon rebosaban de color. Paredes, pilares y techos estaban decorados con dancheong, la pintura tradicional usada en edificios de alto estatus. Un generoso uso de colores primarios (rojo, verde, amarillo y azul) inundó de vibrantes contrastes pasillos y habitaciones, e inspiró los colores del hanbok de las damas de la corte.

Los países de Asia oriental tienen esquemas de color similares pero claramente distintos. En China el amarillo representa la realeza y los colores tenues se coordinan para enfatizar la solemnidad, mientras que Japón se inclina por sutiles variaciones de colores intermedios como violeta, púrpura y verde claro. En Corea, el contraste entre colores primarios genera una mezcla única que recrea la estética de las obras de arte decorativas de la corte de Joseon, que todavía pueden verse hoy.

Mejores pintores de la corte

“Paisaje pintoresco de la miríada de elementos del monte Geumgang”. Kim Gyu Jin. 1920.
Color sobre seda. 205,1 × 883 cm.

Colgada en el muro occidental de Huijeongdang, salón del Palacio Changdeok donde el rey debatía asuntos de estado, la pintura fue creada por el renombrado pintor y calígrafo Kim Gyu-jin (1868–1933) tras visitar el monte Geumgang. Mantiene el estilo y la tradición de la vista del monte Geumgang y las pinturas de la corte de la dinastía Joseon. Contiene elementos modernos como el sello del pintor, nunca antes utilizado.
© Administración del Patrimonio Cultural

En palacio no había cabida para obras al azar. Colores, motivos y temas debían ser formales, acorde al estatus como residencia de la familia real y sede de la autoridad nacional. Los artistas también debían considerar la gran altura y extensión de la arquitectura palaciega. Por tanto, las pinturas de la corte debían ser mucho más grandes que los rollos colgantes o los biombos de las casas particulares.

Reclutaron a los pintores de mayor talento para dibujar en palacio. Su lugar de trabajo era Dohwaseo, la oficina real de pintura. Ocupaba la entrada del actual Insa-dong, barrio tradicional de artes y oficios cerca de los palacios Gyeongbok y Changdeok. Los aposentos reales se inundaron de obras de pintores seleccionados, que utilizaron abundantes cantidades de pintura cara.

Símbolo real

“Sol, luna y cinco picos”. Anónimo. 1830 Tinta y pigmento sobre seda. 219 × 195 cm.
Obra de arte de dos paneles que simboliza al rey de Joseon. Se cree que la pintura se instaló en Haminjeong, pabellón del Palacio Changgyeong donde el rey recibía a los funcionarios y celebraba banquetes.
© Museo Nacional de Corea

Una pieza básica que aparece con frecuencia en dramas televisivos históricos es la pintura “Sol, luna y cinco picos” (Irwolobongdo), instalada detrás del trono en el salón principal del palacio. Los motivos de la pintura simbolizan la idea de que solo hay un rey y desean vida eterna para la familia real. El sol y la luna son encarnaciones del yin y el yang y símbolos de luz. Los cinco picos representan el centro de la Tierra y corresponden al cielo y al trono del rey, que es el Hijo del Cielo. El número cinco es significativo al ser el punto medio del sistema decimal, al que agregaban pinos y olas para lograr una perfecta simetría. Los pintores utilizaban pigmentos minerales puros refinados, como azurita para el cielo, malaquita para los picos y cinabrio para los troncos de pino. Tan magníficos colores y tan abrumadoras imágenes del mundo natural se ubicaban tras el rey para elevar su autoridad.

La misma composición también lucía en los biombos que ubicaban tras el rey en sus descansos durante los viajes o en Binjeon, sala donde tras su muerte yacía temporalmente el cuerpo del rey. Esa fue la obra decorativa más simbólica del reinado, una pintura de dos paneles presumiblemente instalada en Haminjeong, un pabellón en el Palacio de Changgyeong, una de las más antiguas de entre las muchas con motivo de “Sol, luna y cinco picos”. Aunque se desconoce el artista, por su representación - tema, digna forma y meticulosa coloración- sin duda era un pintor de Dohwaseos.

Deseo universal

“Diez símbolos de longevidad”. Anónimo. Fines del SXIX. Tinta y pigmento sobre papel. 132,2 × 431,2 cm.
Las pinturas de finales del siglo XIX sobre los diez símbolos de longevidad se caracterizan por una composición plana y una representación convencional del paisaje. Esta obra, donada por Lee Kun-hee, difunto presidente del Grupo Samsung, refleja esa tendencia.
© Museo Nacional de Corea

Los diez símbolos de la longevidad provienen de un antiguo concepto religioso y cultural de Corea, que se remonta a la dinastía Goryeo. La longevidad es un deseo humano básico y un símbolo en todo el mundo. No obstante, resulta difícil identificar regiones fuera de Corea que eligieran símbolos de longevidad, los designaran como tales y los plasmaran en pinturas. Los coreanos percibían el sol, la luna, las montañas, el agua, las piedras, los pinos, el bambú, las nubes, los hongos, las tortugas, las grullas y los ciervos como símbolos de longevidad. En las pinturas de los “Diez símbolos de la longevidad” (Sipjangsaeng), las montañas, el agua y las nubes sirven como fondo del mundo inmortal, mientras que los animales auspiciosos son representados disfrutando de una vida tranquila.

El día de Año Nuevo el rey entregó a sus ministros pinturas de los “Diez símbolos de longevidad”. Eso explicaría la popularidad de esa pintura no solo en la corte, sino entre el pueblo en general. Una gran pantalla plegable con estos diez símbolos era la más adecuada para celebrar la longevidad, como en su 60 aniversario.

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“Peonías”. Anónimo. 1820 Tinta y pigmento sobre seda. 144,5 × 569,2 cm.
Como reina de las flores y símbolo de riqueza, las peonías fueron un importante motivo en las pinturas ornamentales de Joseon. Hoy día se conservan muchos biombos con peonías, pues eran muy usados en ritos, ceremoniales reales, bodas, funerales y ritos ancestrales.
© Museo Nacional de Corea

Las peonías eran otro elemento fijo de las pinturas de la corte coreana. En el este de Asia se considera el “rey de las flores” y simboliza gloria y riqueza. Así, las peonías fueron glorificadas en muchas obras literarias y pinturas, y plantarlas y cultivarlas era un pasatiempo popular.

Un gran biombo con peonías de colores servía como telón de fondo en bodas y banquetes, pero también se usaba en ceremonias conmemorativas como funerales y ritos ancestrales. La peonía supuestamente encarnaba un espíritu auspicioso bajado del cielo y contenía deseos de recuerdo. Por eso dibujaban algunas peonías con pétalos de cuatro colores distintos que florecen de un solo tallo. El objetivo del artista era mostrar el espíritu manifestado en la peonía, más que la flor en sí.

Formatos variados

“Chaekgado”. Lee Eung-rok. SXIX. Tinta y pigmento sobre seda. 152,4 × 351,8 cm.
Esta pintura de los atavíos de un erudito en un estante es única entre las pinturas ornamentales de la corte de Joseon por su rara muestra de técnicas occidentales.
© Museo Nacional de Corea

“Chaekgado, Scholar’s Accoutrements on a Bookshelf”, introducido desde China a finales del siglo XVIII, es un raro ejemplo de pintura decorativa de la corte donde aplicaron técnicas occidentales. Los artistas de la corte intentaron usar una perspectiva occidental de un solo punto y sombreado para crear la ilusión de que los objetos realmente existían, como en un trampantojo. El rey Jeongjo (r. 1776–1800), quien enfatizaba el imperio de la ley y las letras, intentó utilizar esa pintura para fortalecer la autoridad real y edificar al pueblo. Cuando se reunió con sus ministros en Seongjeongjeon, en el Palacio Changdeok, una pantalla plegable de “Chaekgado” en lugar de los “Diez símbolos de longevidad” podía verse tras el trono mientras el rey expresaba sus pensamientos. Detalla que cuando no tenía tiempo para leer libros, hallaba consuelo simplemente teniendo esa pintura cerca.

Yi Eung-rok, hijo de un aclamado pintor del siglo XIX, destacó especialmente por sus pinturas de chaekgado, y su hijo y su nieto mantuvieron su legado. Los pintores de la corte no solían firmar sus obras, pero Yi puso su nombre en un sello de la pintura. En las pinturas chaekgado, la estantería parece real porque las líneas oblicuas de los estantes y los objetos tridimensionales convergen hacia el punto de fuga en el centro. El color de fondo, con bajo brillo y saturación adecuado para pinturas ilusorias, refleja la adopción de esta técnica de pintura occidental. Como tal, las pinturas chaekgado de los siglos XVIII y XIX reflejan la curiosidad por Occidente de las gentes de Joseon.

Hay pinturas de la corte que no tienen forma de biombo o rollos colgantes. “Varios pájaros y flores” (Hwajodo) en Gyotaejeon, la vivienda de la reina en el Palacio Gyeongbok, es un ejemplo. Esta pintura, de más de 2,6 metros, originalmente se ubicó sobre la sala principal de Gyotaejeon. Su ambiente fantástico es sobrecogedor, con flores y pájaros descendiendo en composición oblicua. En la cámara de la reina pintaron rosas y flores de ciruelo, que simbolizan la eterna juventud y la lealtad, así como un par de loros para expresar los deseos de un matrimonio feliz.

Gyotaejeon fue destruido y reconstruido varias veces. Presuntamente, esta pintura estaba adherida a la pared al restaurar el edificio en 1888, cuando lo ocupaba la emperatriz Myeongseong (1851–1895), consorte del rey Gojong (r. 1863–1907). Como si el mensaje de la pintura fuera en vano, la emperatriz fue asesinada y Gyotaejeon demolido una vez más. Si las pinturas de la corte de Joseon fueran testigos, narrarían una historia tanto de grandeza como de turbulencias.

Lee Jae-hoCurador del Museo Nacional de Jeju

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