메인메뉴 바로가기본문으로 바로가기

2021 WINTER

Hanok: espacio de cambio

Mantener el legado de su esposo

Junto con su hijo, Cha Jeong-geum dirige JINGKWANG Culture Co., que produce té de hojas silvestres y vasijas de barro tradicionales. Dejando a un lado los elogios, el mayor orgullo y alegría de su familia es el hermoso hanok donde vivió 20 años y que sigue cuidando con esmero.


fea1-1.jpg

Cuartos interiores (anchae) de “Han Sang-hun Hanok”, originariamente ubicado en Hannam-dong, Seúl. A principios de los ’80 fue desmantelado y trasladado unos 300 km hasta Beolgyo, provincia de Jeolla del Sur, donde fue reensamblado. La ausencia de clavos o mortero en el hanok minimiza los efectos de reubicarlo.

Cruce un letrero de piedra que dice “JINGKWANG Culture” y suba la pendiente. Verá un horno de arcilla roja, un estudio y un muro de piedra que lleva a dos grandes espacios abiertos. A la izquierda, un patio de grava aloja hileras de vasijas onggi. Un nivel más bajo a la derecha hay un jardín bien cuidado con pinos, un farol de piedra, un estanque de lotos y un pabellón. Alrededor hay casas tradicionales con techos de tejas, una fábrica de té y una sala de exhibición de cerámica.

En 1979, el difunto empresario Han Sang-hun eligió este lugar al pie del monte Geumhwa en su ciudad natal de Beolgyo, condado de Boseong, provincia de Jeolla del Sur. Allí comenzó a dar forma a su sueño de crear productos culturales inspirados en la vida popular coreana. Compró arrozales en las laderas de las montañas y creó una plantación de té orgánico, construyó un horno de barro y fundó JINGKWANG Culture Co. Tras su abrupta muerte en 1998, su esposa Cha Jeong-geum y sus hijos han continuado con el negocio.

El té de hojas sueltas que producen no es un té verde común, pues se cultiva sin fertilizantes ni pesticidas, y sus hojas se tuestan en un caldero. Tiene un tono amarillo claro, a diferencia del té verde que se produce al humedecer las hojas de té con vapor a alta presión. Para diferenciarlo aún más, Cha usa etiquetas como “té de hojas silvestres” o “té de hojas JINGKWANG”. Sus piezas de barro han recibido la certificación de “Bella artesanía” de la UNESCO, y han estado en exposiciones internacionales. Las vasijas se elaboran con el estilo característico de la región sur: boca más ancha que el fondo, hombro ancho, torso voluminoso, y esmalte tradicional, mezcla de moho de hojas y cenizas de plantas. Cha está legítimamente orgullosa de su té y de su loza, pero su tesoro es “Han Sang-hun Hanok”.

fea1_3.jpg

Cha Jeong-geum disfruta del té de la tarde con Se-ran, su nieta menor, y toma un descanso en la gestión de JINGKWANG Culture Co, plantación de té orgánico y negocio de alfarería que su difunto esposo Han Sang-hun, fundó al pie del monte Geumha, en su ciudad natal, Beolgyo, provincia de Jeolla del Sur.

UNA CASA REUBICADA
El hanok se encuentra a un kilómetro por un sendero de montaña desde los terrenos de la empresa. Originariamente, esta casa se ubicaba en Hannam-dong, Seúl, pero al ver que figuraba en la lista de demoliciones para ampliar la carretera en 1980, Han Sang-hun intervino. Compró la casa y la trasladó al sitio actual. Fue un proceso lento y laborioso, pues implicaba desmantelar, numerar y reensamblar cada pieza y cada elemento, algo que solo fue posible pues, en vez de clavos o pegamento, al construir la casa usaron juntas de cola de milano.

“En aquel tiempo, nuestra familia vivía en Seúl”, recuerda Cha. “Trabajaba a tiempo completo y criaba a nuestro hijo pequeño. Mi esposo viajaba entre su oficina en Seúl y Beolgyo, a más de 300 kilómetros de distancia. Era el tipo de persona que iba y hacía las cosas sin comentar nada. Así fue como un día compró el hanok de Hannam-dong, al año siguiente lo desmanteló, y al otro, cuando llegué aquí después de dar a luz a nuestra hija, encontré la casa instalada. A lo largo del terreno inclinado, los sarangchae(cuartos exteriores) se dispusieron en la base y los anchae (interiores) en la parte superior. También creó un jardín”.

Desde la puerta principal se ven los cuartos exteriores en un extremo del patio. Es una estructura rectangular con numaru (vestíbulo elevado con piso de madera) abierto a tres vientos. Es el lugar de reunión familiar favorito, pues al sentarse en el suelo se sumergen en el cambiante paisaje de las estaciones. En verano, el fresco suelo de madera les alivia del calor mientras se relajan y comen. En las noches estivales, la familia disfruta del ambiente, viendo danzar a las polillas y escuchando el sonido de las cigarras, entre la fragancia de f lores que emana del jardín.

Tras los cuartos exteriores hay un jardín de f lores en terrazas que se adapta al contorno del terreno inclinado. Aunque es pequeño, obtuvo el gran premio en el Concurso de Bellos Jardines de la provincia de Jeolla del Sur en 2021. Los jueces los elogiaron como “raro ejemplo de jardín que conserva la belleza tradicional”. Al subir los escalones de piedra junto al jardín de f lores, se divisan los cuartos interiores. Además, este edificio en forma de L alberga una sorpresa: en vez de la clásica cocina tradicional con horno de barro a nivel bajo, tiene una cocina moderna con fregadero de acero inoxidable, cocina a gas y lavadora. El baño también es moderno, las habitaciones tienen luces de techo y hay una caldera para calefacción.

Cha compara habitar un hanok con cuidar un jardín. Si no arrancas las malas hierbas, se comen el jardín. Del mismo modo, un hanok necesita mantenimiento y reparación constante.

PRESERVAR Y MANTENER
A principios de 2000, comenzó una campaña para preservar Bukchon, un barrio hanok en el centro de Seúl. Al ser una estructura de madera, un hanok es menos duradero que una casa de ladrillos y metal. Así, un hanok bien conservado revela la enorme cantidad de esfuerzo, dinero y tiempo invertido en su mantenimiento.

Durante la dinastía Joseon (1392-1910), Buk-chon era una zona residencial de funcionarios mayormente de alto rango, y muchas de sus elegantes casas perduran. La gente se unió espontáneamente y formó “Protect Hanok”, una organización privada para preservar esas casas antiguas. Su enfoque fue comprar una casa, reparar los accesorios y piezas que necesitaran renovación y mudarse. Cha se preparaba para el traslado de Seúl a Beolgyo para llevar JINGKWANG Culture tras fallecer su esposo, pero halló muchos inconvenientes en la casa tradicional que su esposo había trasladado desde Seúl. Consultó a conocidos de Protect hanok y juntos buscaron soluciones para renovar el interior y transformarlo en un espacio más práctico y funcional. Dos años después, en 2003, Cha y su familia se mudaron.

Mantener un hanok no es fácil. Los principales materiales de construcción, madera y barro, son susceptibles al desgaste y un entorno ideal para insectos y animales. Sus paredes de barro, mezcla de bambú tejido, barro y paja, también atraen insectos. El moho amenaza la estructura de la madera y las termitas pueden infiltrarse por sus agujeros para roer la estructura desde el interior. En los viejos tiempos, había historias de ratas y hasta serpientes en las casas.

Cha conoce estos problemas por su propio hanok. La madera interior está bien, pero la zona exterior está negra por el moho, y por la naturaleza de la madera algunas partes se han deformado con el tiempo. En verano, el moho crece en las paredes de barro, y cuando llueve algunas partes se ablandan y comienzan a desmoronarse. El verano pasado, un muro de piedra se derrumbó con las lluvias torrenciales, y Cha tardó más de 10 días en reconstruirlo. La sección más desafiante es el techo de tejas, característica distintiva de cualquier hanok. Las semillas arrastradas por el viento aterrizan en el techo y brotan, y el musgo y los excrementos de los pájaros también causan daños.

fea1-4.jpg

Cha prepara pastel de arroz al vapor con sus nietos en el cuarto superior de la casa. El techo de tejas recientemente renovado de los cuartos exteriores (sarangchae) se ve a través de la ventana. La casa tradicional coreana permite a sus habitantes estar en comunión con la naturaleza, pero requiere mucho mantenimiento y constantes reparaciones.

fea1_2.jpg

Vasijas onggi con diversos condimentos alineadas en el muro de piedra y tierra de la casa Cha. Fueron cocidas en un horno de barro de JINGKWANG Culture Co. Se caracterizan por una parte superior voluminosa y hombro ancho, estilo típico de la olla de barro de la zona sur de corea.

ORGULLO FAMILIAR
Cha compara habitar en un hanok con cuidar un jardín. Si no arrancas las malas hierbas, se comen el jardín. Del mismo modo, un hanok necesita mantenimiento y reparación constante. ¿Por qué mantener una rutina tan exigente?

“Me anima cuando la gente viene y admira nuestra casa con asombro, al exclamar lo hermosa que es”, resalta. “Pero más importante aún es la autosatisfacción. Cuando despierto al amanecer, abro la ventana y miro hacia afuera, no podría ser más feliz, aunque mis dedos estén torcidos por el duro trabajo. Vivir en un hanok es bueno para el bienestar emocional. A mi hijo, a mi nuera y hasta a mis pequeños nietos les encanta: esta casa es el orgullo familiar.”

Recientemente, Cha tuvo que tomar una decisión importante: tejas de arcilla o metal para reemplazar las del techo. Un hanok cercano había renovado su techo con tejas de acero semipermanentes, ligeras pero resistentes, y el hijo de Cha también optó por cambiar a baldosas de acero. Las tejas de arcilla tradicionales son tan difíciles y caras de mantener que muchos propietarios de hanok no pueden asumir esa carga sin ayudas públicas.

“Es curioso lo voluble que es el corazón humano”, exclama Cha. “Al principio, no me gustaban las tejas de acero de los tejados vecinos, pero el aprecio nació. Sentí alivio al saber que no tendremos que preocuparnos del tejado en 50 años”.

La gente cuestiona el nivel de comodidad de un hanok no reformado. Los coreanos de hoy son mucho más altos que sus antepasados, y es difícil renunciar a la comodidad actual, tener una cocina y un baño modernos, aire acondicionado, calefacción y aislamiento. Y no solo es difícil hallar materiales de construcción tradicionales, sino también artesanos expertos. El coste de construir o mantener un hanok es muy superior al de las casas occidentales. El valor cultural de una antigua casa tradicional exige conservar su aspecto original, pero sus habitantes consideran otros factores.

Cha ya no vive en la casa que le va el nombre de su esposo. Ocupa una casa de barro con techo de tejas que su esposo construyó en la ladera del jardín de JINGKWANG Culture. Su hijo vive al lado en otra casa de ladrillos y tejado similar. Las tres casas, un auténtico hanok, una casa de arcilla reformada y una casa de ladrillos, reflejan el paso del tiempo y las distintas generaciones en la morada de los coreanos.



Kim So-yeonArquitecta y escritora
Ahn Hong-beom Fotógrafo

전체메뉴

전체메뉴 닫기