Kim Man-youn combina 30 años de experiencia empresarial y habilidades excepcionales en billar, en su trabajo de retiro como propietario de un salón de billar. Su afán por crear una atmósfera cálida y prestar atención a las personas adelanta a miles de competidores.
Después de 30 años como oficinista, tras jubilarse Kim Man-youn emprendió una nueva vida como propietario de una sala de billar. Para Kim, nada importa más que la atención al cliente.
“Había dos okdoldae [mesas de billar] en el corredor este de Injeongjeon [sala del trono del Palacio Changdeok], y de vez en cuando echaba una partida con los miembros de la corte”.
Este pasaje aparece en Sunjong gukjangnok, un álbum de fotos que a el funeral del rey Sunjong, último gobernante de la dinastía Joseon y tan entusiasta del billar que designó los lunes y los jueves como “día de billar” (okdolui nal).
La primera mesa de billar en Corea data de 1884 en el puerto de Jemulpo (actual Incheon), gracias a un misionero estadounidense. Quince años después por primera vez llegó a la corte real, y para cuando el rey Sunjong comenzó a disfrutar de este juego, ya había muchas salas de billar administradas por japoneses.
Mugungheon, el primer salón de propiedad coreana inaugurado en 1924, se convirtió en un centro social para la élite. Unos 100 años después, el billar llegó a todas las clases sociales. En 2021, había casi 16000 salas de billar registradas en Corea, y en una encuesta entre 9000 hombres, 1125 afirmaron jugar más de una vez al año. No pocos frecuentan el Club y Academia de Billar DAVINCI.
Un saludo afectuoso
Al pasear por cualquier callejón del Complejo Digital Guro en Seúl un interminable bosque de carteles de “Salón de Billar” (danggujang en coreano) intentan llamar la atención. Muchos jugadores van a DAVINCI a las 4 p. m. cuando llega Kim Man-youn, el propietario. Su primera tarea es pasar por entre las mesas y saludar afectuosamente, entre bromas.
“Por aquí hay una sala de billar en cada edificio, y para que los clientes vengan al nuestro hemos de diferenciarnos de alguna forma. El método más efectivo que hallé fue saludar a cada cliente. Siempre doy un pequeño paseo por el local con un “me alegra verte por aquí” o un “¿necesitas algo?”, etc. Solo un hola y adiós y alguna broma ocasional. Dime, ¿qué crees que realmente vende un club de billar?
“¿Servicio? Así es”, asevera Kim. “Estamos en el sector servicios. Los jugadores reales son los que venden el juego. Estamos en el sector servicios y es esencial que el propietario o el gerente estén siempre cerca, para que la gente pueda ver que se esfuerzan, porque la gente viene por el servicio. Necesitamos anticiparnos a las necesidades de nuestros clientes y darles lo que quieren incluso antes de que lo pidan”.
La jornada laboral de Kim dura oficialmente seis horas. Vuelve a casa a las 10 pm, cuando llega el encargado de la noche. Pero antes pasa por las mesas una vez más, reparte abundantes apretones de manos, choca los cinco, mira y asiente con la cabeza. “Cuando contrato a un nuevo empleado, lo primero que le explico es cómo saludar a nuestros clientes. Es importante sentir respeto de corazón y expresar ese respeto a las personas. Eso es un verdadero saludo. Para mí, ahí comienza el verdadero servicio”.
Antes de abrir el salón de billar, Kim trabajó en una oficina durante 30 años. La mayor parte de ese tiempo estuvo en planificación y coordinación en una corporación importante, donde Kim sintonizó profundamente con el servicio y la satisfacción del cliente.
Segunda carrera
Kim se jubiló en 2021, pero tras dos meses de inactividad se sentía inquieto. “Quizá al haber trabajado toda mi vida, tanto relax no fue tan… relajante. Empecé a preguntarme si debía probar algo nuevo y a pensar qué podría ser ese algo”, recuerda Kim. “Eventualmente, pregunté a mis hijos qué pensaban, y mi segunda hija mayor dijo: ‘Papá, ¿en qué eres bueno?’. Y respondí: en guitarra clásica, golf, bolos, Go, billar: ¡soy bueno en todo eso! Y me dijo que el billar parecía la mejor apuesta. Ella solo dijo: relájate y saca lo mejor de ti. Sabía jugar al billar, pero no sabía administrar un negocio, así que fui y compré un libro”.
Su título era ‘¿Y si abro un salón de billar?’. Un pasaje realmente llamó su atención. “Decía algo así como ‘200 tendrán éxito y 1000 fallarán’. Eso significa que un jugador de nivel 200 trabajará duro para brindar un buen servicio a sus clientes, pero un jugador de nivel 1000 terminará intentando enseñar a sus clientes y saldrá del negocio.”
De hecho, Kim es jugador de nivel 1000 (en billar de cuatro bolas), el mismo de muchos profesionales, pero tomó la lección en serio al comprar su primera sala: “¡No intentes enseñar a tus clientes!”
Justo cuando Kim se estaba acostumbrando a llevar un salón de billar, el propietario del salón de al lado captó a todos sus clientes habituales con promesas de mejores instalaciones y servicios. A medida que su base de clientes mermaba, los números rojos crecían y se retrasaba en los pagos del alquiler. Entonces decidió cambiar de estrategia y, pese a todo, enseñar a sus clientes. Comenzó a escribir una columna en un famoso foro de billar en línea titulado “Las matemáticas y la física del billar”.
“En secundaria aprendes las fórmulas, y en la universidad aprendes cómo se crean las fórmulas. En tu cartilla básica de billar todo lo que obtienes son fórmulas. Puedes memorizarlas tal cuál, pero las olvidarás de inmediato. Pero cuando realmente internalizas los principios, puedes comenzar a ser creativo. Ahí pongo mi enfoque. Pasé un año completo, ya sabes, imprimiendo una hoja cada vez y entregándolas a los clientes”.
El negocio mejoró lentamente, pero no tanto como para salir de números rojos. Cuando empezaba a pensar en renunciar, un amigo próximo y jugador profesional, también del Equipo Nacional de Billar, le sugirió visitar el Complejo Digital Guro. Un desarrollo relativamente reciente en la zona del antiguo Complejo Industrial Guro, que alguna vez fue el corazón de la industria textil y otros sectores manufactureros de Corea, ahora es un centro de empresas TIC y está repleto de jóvenes profesionales que dan sus primeros pasos en el mundo real. El tráfico peatonal es incesante y toda la zona tiene movimiento cada hora y cada día laboral.
“Llegamos sobre las seis de la tarde y la gente hacía cola para tomar el metro de vuelta a casa. Cuando regresé por segunda vez, fue para firmar un contrato de arrendamiento”, recuerda Kim.
En su primer local duró dos años, y en la segunda y actual ubicación lleva los últimos ocho años. Es un espacio de 363 metros cuadrados y alberga 16 mesas. El alquiler mensual cuesta diez millones de wones (unos US$7500). El primer día solo recaudó 300.000 wones, pero en las dos primeras semanas superó el 1.000.000 de wones diario.
Como un 10% de los ingresos anuales se reinvierten en el negocio, para comprar tacos nuevos y otros equipos, por ejemplo. Aunque el horario oficial es de 10 a. m. hasta las 2 a. m. del día siguiente, la sala de billar puede abrir hasta las 5 a. m. si hay clientes. Durante el día, los clientes suelen ser jubilados sexagenarios que disfrutan su tiempo libre, pero al acabar la jornada laboral se llena de oficinistas de treinta a cincuenta años, y una ola de adolescentes y veinteañeros ocupa las mañanas de lunes a viernes. Cada día, DAVINCI supera los 100 clientes en promedio.
Para Kim Man-youn jugar al billar no es solo entretenimiento, es ciencia. En su propio libro, Kim resalta: “El billar es física, funciona según las leyes de movimiento de Newton, y el ángulo de ese movimiento es matemática”.
La sala de billar está siempre repleta de vida. Durante el día, los clientes sexagenarios disfrutan su tiempo libre, y tras la jornada laboral, los oficinistas se relajan. Y a la medianoche, los jóvenes retrasan su hora de acostarse.
Servicio excepcional
Kim aprendió a jugar al billar al acabar secundaria, cuando iba a una academia preparatoria para repetir el examen de ingreso a la universidad. Al preguntarle si tenía “un don natural” su respuesta es práctica: “No. Todo es estudio y esfuerzo”.
“Entré a la universidad en 1974 y entonces no había mucha cultura del entretenimiento. Pero hace unos diez años, teníamos un canal de cable que todo el tiempo hablaba de billar, y mucha gente nueva comenzó a aprender. Al ser elegido como evento oficial para los Juegos Asiáticos de Guangzhou 2010, las salas de billar básicamente se convirtieron en instalaciones deportivas”.
A medida que más personas jugaban al billar, también aumentó el número de nuevas salas. Un aumento repentino de “start-ups de alto nivel” echó combustible al fuego, impulsado por la creciente población de jubilados que sueñan con una “nueva oportunidad vital”. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2020 cinco de cada seis nuevos negocios de mayores de sesenta años fracasaron. Kim debía ofrecer un servicio diferenciado para sobrevivir.
Es bueno tener algo de espacio extra para que la gente pueda sentarse y descansar, pero al haber tantas mesas nuestro club no es tan agradable”, admite Kim. “Sin embargo, trabajamos duro para compensarlo y mejorar en lo posible. Cada mesa tiene un sistema VAR (Video Assistant Referee), y si hay algún conflicto durante el juego puedes consultarlo. Hasta las 6:00 p. m. hay partidas ilimitadas por solo 11.000 wones, y al menos una vez cada hora traemos un carrito de bebidas y preguntamos: ‘¿Quieres algo?’ No hay relojes en las paredes. Si hay algo en una pared, terminas mirándolo, y si hay algo para leer, terminas leyéndolo. Todo eso rompe la concentración. Ni siquiera hay pulsador de llamada. Vendremos a ti sin tener que llamarnos”.
“Cuando eres mayor, estás jubilado y pasas tiempo con tus amigos, con el billar aprovechas al máximo tu dinero”, afirma Kim. No cuesta mucho y tienes que usar tu cerebro, por lo que también es bueno para prevenir la demencia. La columna de billar en línea de Kim se publicó recientemente como un libro y ha tenido bastante eco, por eso no sorprende que haya traído nuevos clientes a DAVINCI y, ahora Kim hasta da clases particulares a algunos de ellos.
“Jugar al billar es puramente física: puedes aplicar las leyes de movimiento de Newton al por mayor, y el ángulo de ese movimiento es matemática”. Eso dice la portada del libro de Kim. Al pasar la página verás un diagrama y el teorema de Pitágoras. Kim se emociona al ver que la gente realmente entiende la fórmula en vez de memorizarla, y le encanta ver cómo sus habilidades mejoran día a día.
Por supuesto billar, pero también golf, guitarra clásica, póquer y Go: Kim puede presumir de habilidades que van más allá de las de cualquier aficionado normal a esos hobbies, pero al parecer hay espacio para más. Recientemente se ha aficionado a la bici de montaña. Cada domingo, tras una semana laboral de lunes a sábado, sube al monte con su bicicleta.
“Cuando mi hijo menor se case, tocaré una pieza de guitarra clásica en su boda. Ese es mi sueño. Ahora estoy jubilado, así que mi trabajo es disfrutar mi vida tanto como sea posible”, remarca.
Después de treinta años como oficinista, un proyecto que comenzó con ‘¿Y si abro un salón de billar?’ se ha convertido en motor y nueva fuente de energía. Para Kim, la vida de jubilado está tan llena de territorios para explorar y disfrutar como antes.
La sala de billar no tiene mucho espacio para sentarse y descansar, pero las instalaciones están bien mantenidas y ofrece un servicio que se anticipa a las necesidades del cliente.
Hwang Kyung-shin Escritora
Lee Min-hee Fotógrafo