Sruong Pheavy es actualmente la jugadora de billar más célebre de Corea del Sur. Su trayectoria de completa novata a campeona mundial muestra nítidamente cómo el trabajo duro puede cosechar logros destacados.
La camboyana Sruong Pheavy comenzó a jugar al billar animada por su esposo coreano, y en doce años ha pasado de ser una completa novata a una de las mejores profesionales del billar a tres bandas.
En 2011, poco después de mudarse a Corea, la camboyana Sruong Pheavy cogió un taco de billar por primera vez. Pero su trayectoria hasta marzo de este año fue muy ágil y ganó el Campeonato Mundial SK Rent-a-Car PBA-LPBA.
Y la victoria fue aún más dulce considerando que ganó a Kim Ga-young, conocida en el circuito como un “muro infranqueable”. Ganó por 4 sets a 3 durante un encuentro épico donde los fanáticos del billar se mordieron las uñas, algo para recordar durante años.
“La emoción de la victoria perduró incluso al finalizar la partida, y lloré mucho”, recuerda Pheavy. “Todos los duros momentos sufridos pasaron por mi mente y al final logré verme como campeona. Sentí agradecimiento hacia las muchas personas que me ayudaron a llegar hasta aquí, y comprendí que nadie sabe lo que depara la vida”.
No solo por ella
La motivación de Pheavy va más allá de títulos y trofeos. Cuando su esposo Kim Man-sik le enseñó a manejar un ordenador empezó a usar Internet y conoció la realidad de Camboya. “Lloré al ver lo pobre que era mi país”, recuerda.
Kim comprendió que si se convertía en una exitosa jugadora de billar y ganaba dinero podría ayudar a los niños camboyanos. “Hasta entonces solo pensaba en ayudar a mi familia, pero ver que con el dinero del premio podría ayudar a más camboyanos me infundió coraje. Entonces, decidí esforzarme aún más”, explica Pheavy.
En su casa de Cheongju, provincia de Chungcheong del Norte, cuelga un cuadro de niños camboyanos. Debajo está escrito este juramento: “Viviré por ellos”.
Ahora dedica el dinero del premio a comprar víveres para esos niños. Su sueño es crear una escuela y un centro deportivo en su ciudad natal, reforzar la infraestructura deportiva de Camboya y ayudar a desarrollar la mente y el cuerpo de los niños mejorando su entorno.
Primer encuentro
Sruong Pheavy muestra su trofeo de ganadora tras vencer en el Campeonato Mundial SK Rent-a-Car PBA–LPBA 2023, celebrado en marzo en Corea.
© Park Yong-seon
Viniendo de Camboya, Pheavy sabía que podría tener mayores ingresos en Corea, pero nunca imaginó que sería mediante un deporte del que no sabía nada.
Se introdujo en el mundo del billar al acompañar a su marido a una de las más de 40.000 salas de billar de Corea. No guarda ningún recuerdo especial de ese primer encuentro, más allá de aburrirse un poco esperando a que su marido terminara de jugar. Pero sin darse cuenta, Kim había descubierto un diamante en bruto.
“Quizá por lástima al verme aburrida, me dijo que intentara jugar. Yo solo golpeé la bola según sus instrucciones, pero creo que mi esposo vio algo en mí que yo misma no vi. Al llegar a casa ese día me preguntó: ¿Quieres ser jugadora de billar?”.
Ella respondió que no, pensando en que pagar las clases y otros gastos sería tirar el dinero, pero Kim insistió y Pheavy finalmente aceptó. Equipada con un taco de 30.000 wones (24 dólares) que le compró su marido, empezó a pasar sus días en una sala de billar.
Los primeros años fueron de lucha. Aprender la geometría, física y control corporal que implican las múltiples tiradas de billar es bastante difícil, y una limitada capacidad del idioma coreano duplicó el desafío. Al inicio, Pheavy y su instructor se comunicaban mediante dibujos, pero a medida que empezó a aprender coreano, la comunicación y sus habilidades mejoraron considerablemente.
“Al ver mi potencial sentí deseos de hacer una hoguera con esas pequeñas brasas, y ese deseo fue el motor que me llevó a entrenar 10 horas diarias. Practicar tal cantidad de horas al día derivó en tal dolor de brazos, que a veces no podía ni levantar una cuchara”, rememora.
Kim adoptó el mantra que siguen muchos atletas y entrenadores de “sin dolor no hay beneficio”. Nunca mostraba confianza, pues pensó que solo un esfuerzo extraordinario podría conducir al éxito. Y además Kim comentaba las partidas de su esposa, lo que a veces generaba fricciones. “A veces me enojaba y le respondía: Si eres tan bueno, ¿por qué no lo haces tú? Pero en el fondo sabía que debía hacerle caso. En realidad, le estoy totalmente agradecida”, confiesa Pheavy.
Camino del campeonato
La principal motivación de Sruong Pheavy es ganar premios en metálico para mejorar la vida de los niños camboyanos.
© Park Yong-seon
Para 2014, Pheavy había mejorado lo suficiente como para arrasar en las competiciones nacionales de club amateur. En enero de 2017, se inscribió oficialmente como jugadora profesional y, antes de fin de año, tras ganar diversos torneos, se clasificó como la jugadora de billar nº1 de Corea.
No ser coreana y jugar en la comunidad coreana de billar la sorprendía hasta a ella. El meteórico ascenso de Pheavy a la cima fue totalmente inesperado, pero allanó el camino a participar en torneos internacionales.
Pese a sus múltiples victorias anteriores, el mundial fue especialmente difícil. Hasta las rondas de clasificación eran tan estresantes que no podía dormir bien, y al despertar debía respirar profundamente una o dos horas hasta calmarse. “Estaba tan estresada que mi cuerpo no se sentía como mío. Sin duda el nerviosismo no era algo nuevo para mí, pero nunca había sido tan grave”, asevera.
El billar es un juego cuyo resultado requiere una postura correcta y suprimir movimientos innecesarios antes de cada tirada. Al competir por el título, las manos de Sruong Pheavy temblaban visiblemente.
“Al verme así me puse más nerviosa, y cuanto más nerviosa me ponía, más me temblaban las manos. Después mi nerviosismo aumentó... era un círculo vicioso”, recuerda.
Por fortuna recobró la compostura, y finalmente pudo anunciar que había ganado el Campeonato Mundial a sus padres en Camboya.
Pagar la manutención
“A veces mi esposo agradece que no me rindiera y se disculpa por haberme regañado. Por supuesto hubo momentos en los que yo también quise rendirme, pero cuando llegaban pensaba en los niños de Camboya y seguía adelante”, afirma Pheavy.
Enfatiza que sin el apoyo de sus fans nunca hubiera logrado llegar a la cima, y remarca uno de los aspectos que considera más entrañables de Corea: la genuina amabilidad. “Corea es muy distinto de Camboya. Allí si por ejemplo alguien te ofrece ayuda con un equipaje pesado, a menudo te pedirá dinero. Pero en Corea no es así pues la ayuda es sincera”, comenta.
“Cuando atravesaba momentos difíciles, una palabra de aliento o el apoyo de mi afición me daban fuerzas. Justo anoche lloraba mientras leía algunos de sus comentarios. Hagas lo que hagas, no puedes lograr grandes cosas solo. Por eso me repito una y otra vez que si he llegado hasta donde estoy fue por la ayuda de muchas personas, y deseo convertirme en alguien imprescindible, tanto para Corea como para Camboya”.