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2019 SPRING

El fabricante de los magníficos pinceles invertebrados

Antes de que llegaran desde occidente los lápices y bolígrafos, los pinceles eran los utensilios más comunes para escribir y pintar en Asia Oriental. De este modo, la fabricación de pinceles era una importante labor que requería un alto grado de habilidad y experiencia. El maestro en pinceles Yu Pil-mu, que se mantiene fiel a los esmerados métodos antiguos de elaboración de estos instrumentos, en lugar de disfrutar de la facilidad y eficiencia de los procesos modernos, asegura que pone su vida en este trabajo.

El maestro fabricante de pinceles Yu Pil-mu comprueba un pincel de pelo de cabra blanco para verificar su punta fina. Considera que la parte esencial de su trabajo es producir pinceles usando el mismo cabello natural de alta calidad desde el exterior hasta el núcleo.

Cada vez que acudía a él un calígrafo novato en busca de un pincel y tras cierta vacilación se lo vendía, siempre terminaba lamentándolo. En poco tiempo el comprador le llamaba y le decía con voz seria que todos sus compañeros, incluso su profesor, le habían comentado que era un pincel “mal atado”. Este es el motivo principal por el que el maestro fabricante de pinceles Yu Pil-mu ha decidido rechazar a la mayoría de aquellos que van a comprar sus productos.

Yu destaca la clara distinción entre sus pinceles hechos a mano y los que se venden en las tiendas de caligrafía. “Les puedo asegurar que el 99 por ciento de los pinceles en el mercado tienen cerdas de nailon mezcladas con pelo de animal. Esos pinceles suelen contar con un núcleo, como una espina dorsal, hecha de pelos sintéticos rígidos, lo que permite que cualquier persona pueda aprender rápidamente a controlarlos”, explica Yu, y agrega: “quien esté acostumbrado a esos pinceles quedará perplejo cuando pruebe los míos”.

El pincel blando

Un pincel con el núcleo reforzado mediante pelos rígidos, ya sean éstos sintéticos o naturales, mantiene las cerdas firmes. Ese tipo de pincel es fácil de controlar, pero tiende a producir trazos monótonos y poco originales. Los pelos fuertes y consistentes de los animales no son en sí mismos un material inferior. Algunos pinceles están hechos con los pelos rígidos de la cola de una comadreja o de un caballo, otros con pelo suave de cabra o plumas de pollo, y otros tienen un núcleo de pelos rígidos rodeado por una capa exterior de pelos suaves.

En algunos casos, para hacer un solo pincel se combinan hasta 15 tipos diferentes de pelos. Es una simple elección, que depende del propósito y las preferencias del usuario.

“Si no fuera porque tengo que ganarme la vida, no vendería ninguno”.

El pincel combinado con mango de madera del monje budista es resultado de 10 años de investigación. De fabricar cabezas de pinceles, Yu amplió su especialidad a los mangos para abarcar todo el proceso de fabricación.

En este sentido, el maestro fabricante de pinceles plantea el problema actual de la degradación de los estándares en los pinceles de caligrafía y la necesidad de mantener un adecuado control para preservar el arte tradicional de pinceles en su forma original y entregarlo a las generaciones futuras. La parte esencial de su trabajo, señala Yu, es producir “pinceles invertebrados” o musimpil, el súmmum de los pinceles de caligrafía tradicionales de Corea. Estos pinceles sin núcleo duro están hechos desde el exterior hasta el interior de pelos naturales de alta calidad, todos del mismo tipo.

“El pincel invertebrado ha sido, desde tiempos antiguos, muy apreciado por los calígrafos”, afirma. “Con este pincel incluso los calígrafos más hábiles tienen dificultades para dibujar líneas simples a menos que lo hayan usado durante un tiempo, hasta familiarizarse completamente. Sin un núcleo rígido para mantener rectas las cerdas, es difícil de controlar. Por otro lado, al ser delicado, suave y flexible, el pincel produce a menudo expresiones no deseadas, creando una variedad ilimitada de efectos. El más suave es el más fuerte, como reza el viejo dicho”.

En 40 años de oficio, Yu ha desarrollado una perspectiva poco común sobre los pelos de los pinceles. Señala que todos los pelos de animales pueden usarse para hacer pinceles. Cuando los pinceles eran la única herramienta para la escritura, se hacían con cualquier pelo natural disponible: desde pelo de comadrejas, conejos, cerdos, corzos y pollos, hasta de bebés recién nacidos. Sin embargo, el cabello humano no puede usarse tras el primer corte de pelo, que deteriora las puntas, ya que los extremos puntiagudos de los pinceles han de estar intactos.

Uno de los materiales más populares para pinceles en la actualidad es el pelo blanco de cabra.

La cabra proporciona pelos de diferente longitud y textura, adecuados para una amplia gama de pinceles. Los pelos del lomo y la parte trasera de las patas de la cabra, e incluso los bigotes, se pueden usar por separado para hacer distintos tipos de pinceles.

El favorito de Yu es el pelo de la parte interior de las patas traseras. “¿Ves cómo el pelo se vuelve más brillante y más transparente hacia el final, hasta acabar en una punta delicada?”, explica, sosteniendo un parche de piel de cabra con el pelo aún fijado.

El maestro continúa: “la coloración indica una densa estructura interna. Entonces, ¿qué aspecto tiene en la raíz, más cerca de la piel? Crece opaco y blanco, ¿verdad? Eso indica una estructura menos densa. El pelo se vuelve más débil y más fácil de romperse en la parte cercana a la raíz. La mayoría de los fabricantes de pinceles también usan esa parte para hacer pinceles más grandes y cobrar más por ellos. Yo, sin embargo, por lo general corto un gran trozo de la parte de la raíz y, a veces, empujo el extremo, recortado en casi 3 centímetros, hacia la férula que conecta las cerdas y el mango. Hago eso únicamente para alargar la vida de los pinceles”.

“Quizá me llamen loco otros artesanos", comenta Yu con una sonrisa en la boca. “Dudo que mis esfuerzos sean apreciados, pero no puedo parar, porque creo que estoy haciendo algo que vale la pena”.

Apuesta por las técnicas tradicionales

Trabajar con pelos de animales es una labor dura. Por lo general, requiere más de cinco años dominar las habilidades necesarias para recuperar los pelos de las pieles de los animales, asegura Yu. El maestro no siente acritud por el largo tiempo de su vida que ha dedicado a preparar los pelos, un tiempo que parece desvanecerse entre sus dedos. El siguiente paso es eliminar el aceite de los pelos antes de atarlos en manojos, lo que también requiere un volumen de tiempo considerable. El aceite que queda en los pelos forma una barrera que evita que la tinta los empape por completo. Para este importante procedimiento, orientado a ayudar a controlar el flujo de tinta, él usa métodos antiguos: rocía los pelos con cenizas de cáscaras de arroz quemadas y los cubre con papel de morera, para después presionarlos con bloques de piedra durante un año y así eliminar el aceite. Los pelos con mayor contenido de aceite, como los de comadreja, los de cola de caballo y los de oreja de vaca, los mantiene enterrados cerca de la puerta principal de la casa, para que aquellos que van y vienen los pisen con frecuencia.

“En los últimos 20 años me he mantenido fiel al método antiguo, que se ha transmitido solo de forma oral desde hace al menos cuatro generaciones”, dice Yu. “Pero en el caso de otros artesanos, la mayoría usan un tratamiento térmico para eliminar el aceite, ejerciendo presión con una placa de acero gruesa y caliente sobre montones de pelos. Eso elimina el aceite en menos de diez minutos, pero los pelos quedan tan dañados que tienden a desmenuzarse y a caerse del cabezal del pincel. A pesar de todo, nadie cuestiona su método”.

Tras comprometerse a dar nueva vida a la tradición de fabricar pinceles, Yu comenzó a recrear estos instrumentos utilizando fibras vegetales en lugar de pelos de animales. En el pasado lejano, los pinceles de fibra vegetal eran un producto sucedáneo de los hechos con pelos de animales más caros. Un ejemplo es el pincel fabricado con raíces de kudzu, que tiene algo de la suavidad de la lana de oveja, pero es mejor para expresar las líneas del estilo de caligrafía “blanco volador” (baekbi o feibai en chino). Después de recrear con éxito el pincel de raíz kudzu a principios de la década de 1990, comenzó a usar decenas de otras plantas, como pasto plateado chino, hierba roja y corteza de palmera. A la hora de fabricar pinceles, el proceso de preparación de los pelos de animales se puede resumir como descartar y clasificar, mientras la preparación de las fibras vegetales precisa golpear continuamente, lo que requiere mucho tiempo y esfuerzo.

“Las fibras han de dividirse en hilos finos. En mi experiencia, la única forma de hacerlo es golpear sin descanso, entre 5.000 y 50.000 veces aproximadamente, para eliminar todo el almidón y la savia y dejar solo las fibras”, explica Yu. “Pero tiene que hacerse de forma suave, porque golpearlos demasiado fuerte arruinaría las fibras. En cuanto a las raíces de kudzu, se necesitan aproximadamente tres meses para procesarlas como hilos”.

Sin manuales ni fuentes escritas en las que apoyarse, Yu buscó toda la tradición oral disponible sobre las técnicas y las estudió por su cuenta, preguntándose qué habría hecho si hubiera vivido hace 300 o 500 años.

“Probablemente nuestros antepasados eran muy sabios. Todos eran ingenieros y científicos”, observa. “Sin los avanzados equipos científicos de hoy, sabían todo lo que tenían que saber. Siento que volver sobre sus pasos es mi vocación en este mundo”.

El taller de Yu en el condado de Jeungpyeong, Chungcheong del Norte, le fue cedido por su patrón sin renta desde 2010. Tras asegurarse un lugar para trabajar, pudo dedicarse a investigar sobre pinceles tradicionales.

Fiel a las bases de su oficio

Después de perder a su padre cuando solo era un niño de 10 años, Yu dejó a los 13 su ciudad natal, Chungju, para ir a Seúl, donde trabajó en varios restaurantes y fábricas. En 1976, cuando se desempeñaba en una fábrica de pelucas tomando estimulantes para mantenerse despierto por la noche y trabajar más tiempo, un familiar le recomendó para un puesto en un taller de elaboración de pinceles. Ahora se ríe de los tiempos difíciles, describiendo su vida de aquel entonces como si hubiera estado “hechizado por fantasmas peludos”. En todo caso, en su juventud se sintió feliz de haber cambiado la fábrica de pelucas por un “trabajo digno” consistente en elaborar herramientas de arte. Trabajaba un promedio de 15 horas al día y dedicaba casi todo su tiempo despierto a ganarse la vida. A veces estuvo a punto de darse por vencido, pero logró permanecer en el taller durante 12 años, dominando sus habilidades, y luego abrió un estudio personal para fabricar sus propios pinceles.

A principios de la década de 1990, justo cuando pensaba que podría alcanzar la prosperidad con su oficio, Corea estableció relaciones diplomáticas con China, abriendo las puertas a productos chinos baratos y de inferior calidad, que pronto inundarían los suministros de caligrafía en todo el país. Para competir con los pinceles chinos se redujeron los estándares de calidad de los productos nacionales, situación que no ha cambiado después de casi 30 años. La determinación de aferrarse a las bases de su oficio ayudó a Yu a perseverar en los tiempos difíciles. Para mantenerse fiel a estas bases ha sido estricto con él mismo y con su trabajo. El año pasado su habilidad para fabricar pinceles fue clasificada como una importante propiedad cultural intangible en su provincia natal, Chungcheong del Norte, y para él supuso el primer reconocimiento oficial al esfuerzo de toda una vida.

“Un buen pincel tiene cuatro virtudes: cerdas firmes y flexibles en el medio; el cabezal amarrado con fuerza y la férula redondeada; pelos que se extienden de modo uniforme sobre el papel; y una punta cónica con un acabado fino”, explica Yu. “La mayoría de los artesanos coinciden en que un buen pincel, aunque sea grande, también puede usarse para dibujar las líneas más finas. En los viejos tiempos el nivel de refinamiento de la caligrafía se demostraba con la capacidad de usar el mismo pincel tanto para los caracteres grandes de un texto como para los pequeños, en la parte de la firma. Los eruditos virtuosos o seonbi creían que era indigno usar distintos pinceles en una misma obra. De ahí podemos deducir que cuando un pincel ya no puede usarse para las letras pequeñas, debe ser reemplazado”.

Yu se muestra inflexible al criticar los pinceles que no cumplen con los requisitos básicos. Simplemente no lo considera un pincel si la cabeza tiene un ligero desgaste en la punta, pues eso convierte al instrumento en inútil en solo un par de meses. Es especialmente implacable con los pinceles que reciben los elogios de los calígrafos novatos por su facilidad de control. En todo caso, él le echa la culpa al pincel, no a la persona que lo usa.

“Estos días la gente puede hacer cualquier cosa con el ordenador con solo unos pocos meses de entrenamiento”, señala Yu, y continúa preguntándose: “si usted espera un rápido reconocimiento como calígrafo y una buena posición en los concursos, ¿cómo podría gustarle un pincel con el que tiene que trabajar durante diez años solo para dibujar trazos correctamente?”

Yu considera que el mejor pincel sirve tanto para trazos grandes como pequeños.

Poner el corazón en su trabajo

Para extender la vida útil de los pinceles, Yu usa solo la parte densa y fuerte del cabello, cortando gran parte de la zona de la raíz con menor densidad.

En realidad Yu es consciente de que si todos los pinceles fueran tan difíciles de usar, pocas personas decidirían dedicarse a la caligrafía. Por eso durante los últimos 20 años más o menos no ha hecho ningún esfuerzo especial para vender sus pinceles. Al carecer de casa o propiedad, vive gratis como si fuera un residente temporal en un lugar que le proporciona un patrón. Sin embargo no se arrepiente, porque esa vida es su propia elección.

“Cada uno de mis pinceles tiene una historia. Algunos se pueden explicar en medio día, pero contar la historia de otros puede llevar días”, asegura. “Si no fuera porque tengo que ganarme la vida, no vendería ninguno. Puede ser una obsesión inútil, pero hace más de diez años prometí vender mis pinceles solo a aquellos que apreciaran su valor. Me digo a mi mismo que, si no es un pincel especial, no es de Yu Pil-mu. Por eso me atrevo a decir que entrego mi vida en mis pinceles. He perseverado en la creencia de que crearé algo valioso si pongo mi corazón en ello, y que la gente lo apreciará”.

Por ejemplo, su pincel combinado con el bloque de madera de los monjes budistas o moktak es el resultado de diez años de investigación. Yu recuerda el momento en el que esta idea se materializó gradualmente y cómo sus pensamientos cambiaban de forma constante. Al crear esta inusual herramienta de escritura, le preocupaba la idea de fabricar “un pincel que fuera como parte de uno mismo”. Además, su pincel de paja de arroz con cerdas gruesas, que se asemeja a una escoba, también refleja su idea de un instrumento capaz de transmitir expresiones dinámicas”.

“Sin importar el proyecto, siempre me centro en el papel esencial de cada pincel. Es decisión del usuario cómo utilizarlo y para qué fines. Decidir eso yo sería absurdo y sin sentido”, comenta Yu. Entonces, ¿qué significa para él su oficio? Como si hubiera estado anticipando la pregunta, responde de inmediato: Durante los primeros 30 años dependía del pincel, pero ahora a menudo, siente que es el pincel el que depende de él. Ahora queda claro por qué, a pesar de todas sus dificultades y décadas de solitarias luchas, su rostro aún muestra destellos de éxito y satisfacción.

Kang Shin-jaeescritor independiente
Ahn Hong-beomFotógrafo

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