Fue desde Busan que Joseon Tongsinsa, las misiones coreanas hacia Japón iniciadas a principios del siglo XVII a raíz de las invasiones japonesas, partieron para promover unas relaciones bilaterales pacíficas. La historia de Busan como centro activo de intercambio internacional ha continuado hasta nuestros días.
Busan, el primer puerto que se abrió durante el período Joseon bajo el Tratado de Amistad Corea-Japón (Tratado de Ganghwa de 1876) es ahora el sexto puerto más grande del mundo en términos de volumen total de carga. El puente del puerto de Busan, construido en 2014, se extiende a lo largo de 3.368 metros en la zona del puerto. © Ciudad Metropolitana de Busan (Fotógrafo Jeong Eul-ho)
El puerto de Busan es el mayor acceso de entrada a Corea para exportaciones e importaciones y, en consecuencia, tiene gran influencia en la economía local y nacional. En la frontera del continente euroasiático, frente a Japón cruzando el Estrecho de Corea, posee un enorme potencial como centro logístico y de distribución de Asia Oriental.
Busan maneja más del 60% de la carga de importación y exportación de Corea. Según la Autoridad Portuaria de Busan, dicha localidad movió 21,66 millones de TEU en 2018, logrando posicionarse en sexto lugar mundial en términos de volumen de carga total por dos años consecutivos.
La historia de intercambio internacional de la ciudad mediante rutas marítimas se remonta a la antigüedad. Dadaepo, una pequeña ciudad costera en el Busan actual, es mencionada en la fuente del siglo VIII “Crónicas de Japón” (Nihon Shoki) como “Tadairagen” o “Tatara”, lo que sugiere que ya jugaba un papel central en el intercambio comercial y cultural entre Corea y Japón al comienzo de ese periodo histórico. En tanto, Tatara también alude al horno tradicional japonés usado para fundir hierro y acero, por lo que se asocia con la introducción de la tecnología de trabajo del hierro.
Centro comercial del Nordeste Asiático

Ubicado a lo largo de las calles laterales frente a la estación principal de trenes de la ciudad, el Barrio Chino de Busan comenzó a formarse en 1884. Convertido en atracción turística popular, posee una interesante serie de murales basados en los personajes y las historias del “Romance de los Tres Reinos” (Sanguo yanyi). Muchas personas de etnia china viven ahí. © Ahn Hong-beom
Los ‘Hechos memorables de los Tres Reinos’ (Samguk yusa), una colección de leyendas y relatos históricos del siglo XIII, presentan la zona de Busan como lugar de intercambio internacional marítimo desde el principio de la historia. La leyenda dice que en el área cercana a la actual Busan, el Rey Suro, fundador de Geumgwan Gaya (Gold Crown Gaya, 43–532), dio la bienvenida a Heo Hwang-ok, que se estimaba fue una princesa de un reino indio llamado Ayuta, para convertirla en su esposa. La historia de la reina Heo es generalmente aceptada como un hecho histórico a día de hoy. Los historiadores valoran el patrón de pez gemelo pintado en la puerta del cementerio del rey Suro en Gimhae como evidencia del origen indio de la reina, basándose en la asociación iconográfica con la cultura india.
Sin embargo, como demuestra el volumen de sitios y reliquias de Gaya excavados en la zona de Busan y Gyeongsang del Sur, las relaciones de Gaya en el extranjero no se limitaron a la India. Tras desintegrarse la antigua Confederación Gaya a principios del siglo V, un gran número de ciudadanos de Gaya emigraron a Japón. Introdujeron las habilidades para fabricar artículos de hierro y cerámica sin esmaltar, llamadas sueki, que contribuyeron al desarrollo de la antigua civilización japonesa.
Como su nombre geográfico Gimhae (literalmente, “Mar de Hierro”) denota, el corazón de la antigua Confederación Gaya abundaba en mineral de hierro. Los estados de Gaya, ubicados a lo largo de las hermosas costas del Mar del Sur y el río Nakdong, emergieron como importante centro comercial del Nordeste de Asia gracias a sus ricas reservas de mineral de hierro. A medida que la comunidad del noreste asiático se dispersó tras el colapso de la dinastía Han de China, Gaya adquirió importancia como escala para conectar el archipiélago japonés y el continente chino. Ubicada a lo largo de una importante ruta comercial donde se entrecruzaban vías marítimas de diversos países asiáticos, Gaya proporcionaba hierro a los países vecinos.
“Las crónicas de Japón” registran que a mediados del siglo IV, el rey Geunchogo de Baekje envió cierta variedad de productos a Japón, incluyendo 40 pepitas de hierro. Resultantes de golpear el mineral de hierro en barras delgadas, las pepitas de hierro eran un material básico importante para fabricar diversos artículos de hierro. De hecho, tanto en las tumbas de Baekje y de Silla, como en las antiguas tumbas de todo Japón, fueron halladas piezas de hierro similares. Concretamente, las docenas de barras de hierro encontradas en excavaciones en las antiguas regiones de Gaya indican que no solo se usaban como objetos funerarios, sino también como moneda y para fabricar materiales de hierro.
Chinatown y los barrios japoneses
“Texas Street”, a la entrada de Chinatown, es una calle repleta de tiendas de suvenires y clubes nocturnos para marineros extranjeros. © Ahn Hong-beom
El barrio chino de Busan se formó cuando la dinastía Qing abrió un consulado en dicha localidad en 1884, y hasta el día de hoy permanece frente a la estación de Busan. Las calles en esa zona rebosan de restaurantes chinos, tiendas de comestibles, mostradores de cambio de divisas y otros negocios administrados por coreanos chinos, así como escuelas para sus hijos.
El barrio chino más meridional de Corea fue creado por los chinos que llegaron del siglo XVII al XVIII, a finales del periodo Joseon, para trabajar en la recuperación del puerto de Busan y la construcción del Servicio de Aduanas Marítimas de China. Sus actuales vecinos son descendientes de tercera y cuarta generación. En los primeros días, los residentes chinos recibieron el apoyo de su país para establecerse en Busan, y gran parte de la población étnica china de Busan se mudó allí tras la Guerra de Corea.
En 1953, el barrio chino sufrió un cambio importante cuando la estación de Busan fue destruida por un gran incendio y los burdeles adyacentes se trasladaron a esa zona. Sin embargo, finalmente fueron expulsados cuando Corea y China establecieron relaciones diplomáticas en 1992, y Busan y Shanghái se hermanaron al año siguiente. Para conmemorar esta hermandad, el distrito fue rebautizado como “Shanghai Street”, y desde 2004 el Festival Cultural del Barrio Chino de Busan se celebra ahí.
Pero en la era de Joseon, Busan también tenía barrios japoneses, llamados waegwan. El gobierno de Joseon creó estos barrios en puertos abiertos para que los japoneses vivieran y participaran en intercambios comerciales y diplomáticos, y también para ayudar a expulsar a los piratas japoneses, que infestaban las zonas costeras desde el siglo XIV, hacia el final del periodo Goryeo. Así, construyeron los llamados waegwan en tres puertos: Busanpo y Jepo en Jinhae, en 1407, y más tarde Yeompo, en Ulsan, en 1426. En conjunto, eran conocidos como los “Tres puertos Waegwan” (Sampo Waegwan). Sin embargo, en 1544, los barrios japoneses fueron desmantelados, excepto en Busan, después de ciertos incidentes de saqueo cometidos por japoneses en Tongyeong.
Las relaciones diplomáticas entre Joseon y Japón quedaron en suspenso tras las dos invasiones de Japón en 1592 y 1597, pero fueron restablecidas apelando a la “diplomacia de buena vecindad” de Tokugawa Ieyasu, el primer shogun del periodo Edo. Posteriormente, los barrios japoneses fueron reconstruidos en algunos lugares a lo largo de la costa sureste, como en Busan, con capacidad para unos 500 hombres nipones. En tanto, otro de estos barrios fue construido en Choryang a fines del siglo XVII. Cubría 100.000 pyeong (unos 82 acres) y constaba de casas individuales, alojamiento para enviados de visita e instalaciones comerciales. Estos edificios fueron proporcionados por el gobierno de Joseon, pero los interiores fueron decorados al estilo japonés, con suelo de tatami. Aunque había controles en los perímetros para impedir que los residentes de estas zonas salieran libremente, les permitieron crear una pequeña comunidad japonesa en territorio coreano, llevar sus ropas tradicionales y una espada japonesa colgada de la cintura.
Base de intercambio cultural
Un marcador de piedra indica un waegwan. Construido en 1607, el barrio japonés de Dumopo perduró allí por más de 70 años antes de ser clausurado y reubicado en Choryang. © Outing on a Lovely Day”, blog de Naver
Desde la antigüedad siempre ha habido repetidos conflictos armados entre Corea y Japón. Sin embargo, durante los 210 años del periodo Edo, que corresponde con el extinto periodo Joseon de Corea, ambos países disfrutaron de pacíficas relaciones gracias a los emisarios de Joseon en Japón. Tras restablecer relaciones bilaterales en 1607, Joseon envió misiones diplomáticas de gran escala a Japón hasta en 12 ocasiones. Este intercambio sistemático para promover la paz y la comprensión cultural entre los dos países vecinos rara vez solía darse en la historia del mundo.
En 2014, dos organizaciones no gubernamentales, la Fundación Cultural Busan y el Consejo de Enlace de Sitios de Japón asociados con Chosen Tsushinshi, realizaron esfuerzos conjuntos para recopilar los “Documentos sobre Joseon Tongsinsa / Chosen Tsushinshi: historia de la construcción de la paz y el intercambio cultural entre Corea y Japón del siglo XVII al XIX”, inscrito en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO en 2017. Consta de 63 documentos y registros (124 artículos) de Corea y 48 documentos y registros (209 artículos) de Japón, este compendio de materiales resulta especialmente significativo al ser el primer patrimonio documental de Busan que fue incluido en el archivo de la UNESCO. También fue el primer reconocimiento de la UNESCO obtenido conjuntamente entre Corea y Japón, hecho que fue posible gracias a la colaboración entre grupos cívicos de ambos países.
Cada misión a Japón generalmente constaba de entre 400 y 500 integrantes, incluidos enviados, asistentes, escribanos, oficiales militares y músicos, entre otros. Tras partir de Seúl, la comitiva llegaba a Busan y permanecía allí durante un tiempo a fin de prepararse para las actividades diplomáticas y esperar el momento adecuado para hacerse a la mar. Tenían que considerar el clima y las condiciones del viento, ya que el estrecho de Corea a menudo era difícil de navegar. Cuando llegaban los buenos días para hacerse a la mar, celebraban unos rituales de sacrificio para los dioses del mar en el pabellón Yeonggadae, y partían del muelle cercano en seis barcos.
Misiones de paz
Al ingresar a Japón por la isla de Tsushima, continuaban su viaje a Edo (actual Tokio) pasando por 53 estaciones. Para dar la bienvenida a las misiones coreanas, Japón asumía enormes gastos, y en el caso de la octava misión en 1711, movilizó 338.500 trabajadores y 77.645 caballos, una comitiva a gran escala incluso para los estándares de hoy en día.
Eso fue antes de que Japón abriera sus puertas a Occidente, pues mantenía una política de aislamiento. Los japoneses consideraron la visita de los enviados coreanos como una ocasión para una inmensa celebración y les daban la bienvenida con grandes eventos. Las misiones coreanas recibieron gran atención, no solo de los funcionarios gubernamentales, sino también de personas de todas las esferas sociales, incluidos soldados, plebeyos, comerciantes y hasta granjeros.
Los japoneses consideraban un honor conocer a los escritores y artistas coreanos, por lo que visitaban sus alojamientos para intercambiar poemas, críticas, escritos, pinturas y obras de caligrafía. Los documentos y pinturas que describen esas escenas se conservan tanto en Corea como en Japón.
Tras partir de Seúl, la comitiva llegaba a Busan y permanecía allí durante un tiempo a fin de prepararse para las actividades diplomáticas y esperar el momento adecuado para hacerse a la mar.
‘Busan’ desde la “Ruta marítima de belleza panorámica” (Saro seunggu do) de Yi Seong-rin (1718–1777). 1748. Tinta y color claro sobre papel. 35,2 x 70,3 cm.Yi Seong-rin, artista del Royal Bureau of Painting (Dohwaseo), describió el largo viaje que los emisarios de Joseon hicieron desde Busan a Edo, Japón. Consta de 30 escenas y es la única pintura que queda en Corea que documenta el viaje de esa misión de Joseon en 1748. © Museo Nacional de Corea
Acortar distancias
Alok Kumar RoyProfesor, Universidad de Estudios Extranjeros de Busan
La ciudad de Busan desbordó actividad del 25 al 26 de noviembre de 2019 pues, una vez más, albergó la Cumbre Conmemorativa entre la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la República de Corea. Dicho encuentro marcó el 30º Aniversario de relaciones entre Corea y la ASEAN, al tiempo de preparar la primera cumbre entre Corea y los Países del Mekong, que tuvo lugar al día siguiente. Las conversaciones para impulsar la paz y la prosperidad sirvieron para recordar que el diálogo a nivel de jefes de Estado ayuda a fomentar la diplomacia cultural, donde “uno más uno” son más de dos.
‘Artesanía de ASEAN: de los bienes patrimoniales a la actualidad”, una exposición especial para conmemorar el 30º aniversario de relaciones de diálogo entre Corea del Sur y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, atrae a los visitantes a la Casa de Cultura de la ASEAN en Busan. Puede verse hasta el 15 de enero de 2020.
Interacción con el sector privado
Actualmente, la Casa de la Cultura de ASEAN (CCA) ubicada en Busan refleja el espíritu interpersonal de la ciudad, despertando la curiosidad y el interés por culturas de lugares que parecían remotos. Así, desde la introducción de prendas y platos tradicionales de países del Sudeste Asiático, hasta la oferta de cursos culturales y de idiomas, los diversos programas de CCA dan origen a significativos y vibrantes diálogos que promueven los lazos culturales y diplomáticos. La participación de instituciones académicas y profesionales de los 10 países integrantes de la ASEAN ha fortalecido significativamente la interacción con el sector privado.
Además, como ciudad global, la integración de la diversidad demográfica es otra de las tareas de Busan. A día de hoy, unos 65.000 inmigrantes aportan sus habilidades y talentos a Busan, de los cuales unos 12.000 son estudiantes internacionales, mayormente de comunidades de la ASEAN. Incorporarlos funcionalmente a Busan resulta más sencillo si los ciudadanos coreanos se involucran activamente, y la CCA juega un papel esencial a la hora de involucrar a residentes y estudiantes extranjeros en proyectos para generar cohesión en beneficio mutuo.
Fomentar la diplomacia urbana es una importante misión de toda ciudad global. La ciudad metropolitana de Busan y la Fundación de Busan para la Cooperación Internacional (BFIC) se esfuerzan por cumplir esa tarea con mentalidad global, Hoy, su actividad trasciende los vínculos con las ciudades asociadas, expandiéndose a nuevas áreas para fortalecer la cooperación con personas de todo el mundo.
La visibilidad global de Busan ha aumentado notablemente gracias a sus programas de formación para el desarrollo de capacidades. En 2019 el Colombo Plan Staff College (CPSC) envió una delegación de 20 miembros de Nepal, compuesta por profesionales médicos y técnicos, para explorar el desarrollo de recursos humanos en formación politécnica y sanitaria. Y en 2020, el CPSC planea hacer lo mismo en finanzas y banca.
Visibilidad global
Durante los últimos cuatro años, Busan ha dirigido la Expedición Ciudadana de Eurasia para concienciar sobre el potencial económico y la afinidad cultural de la ciudad con el continente euroasiático. El viaje de 2019, que transcurrió por 10 ciudades de cinco países - China, Mongolia, Rusia, Polonia y Alemania- tuvo dos misiones adicionales: una, revisar la historia del Movimiento Primero de Marzo por la Independencia de Corea con motivo de su centenario, y dos, aprender de la experiencia de la caída del Muro de Berlín en 1989, de cara a la reunificación coreana.
Al mismo tiempo, el Global Center, operado por BFIC, apoya a inmigrantes y residentes expatriados con información, servicios de traducción (en 13 idiomas) y consultas profesionales sobre cuestiones legales, de inmigración, trabajo, matrimonio internacional y relaciones familiares, así como impuestos y otros temas.
Ante la tumultuosa coyuntura actual, que a menudo ve la globalización como un desafío, la experiencia de Busan ofrece una nueva perspectiva. En muchos sentidos, la ciudad ha replanteado la noción de “distancia” entre países y culturas al ser testimonio de cómo una mentalidad abierta y una innovadora planificación pueden ayudar a acortar distancias.