Desde antaño, la palabra coreana “dabansa” ha sido usada en los templos budistas en alusión a beber té con la comida. En su uso común significa “algo cotidiano” o “lugar común”. Como sugiere, beber té formaba parte integral de la vida monástica diaria, al igual que comer.
Los monjes recogen hojas de té en el campo del Templo Seonam, ubicado al pie del monte. Jogye en Suncheon, provincia de Jeolla del Sur. Este templo es uno de los pocos en Corea que mantiene el método tradicional de cultivo del té.
En los templos budistas, hay ciertas reglas que los monjes deben observar para suavizar los inconvenientes que conlleva la vida comunitaria. En los templos budistas coreanos tradicionales, que dan importancia a la meditación Seon (Zen) como camino hacia el despertar, el té es la parte central de todos los rituales monásticos. Los monjes beben té antes de comenzar el servicio de la mañana y honran a los patriarcas en el aniversario de su muerte con una taza de té.
El monje a cargo de preparar el té es conocido como “dadu” o “dagak”, pues “da” significa “té”. La sala del té se llama “dadang”, y el tambor que suena para anunciar el momento de tomar el té, “dago”. “Tomar el té se ha convertido en una parte importante de los rituales monásticos, y no solo porque los monjes lo disfrutan”. El reino espiritual de la meditación Seon, se encuentra con el reino físico de beber té, lo que lleva a otro mundo espiritual donde el Seon y el té son uno. La esencia budista del té encarna la amplitud y profundidad de la vida en el disfrute rutinario de una taza de té.
Epicentro de la cultura del té coreano
El Venerable Yeoyeon (derecha) y su discípulo, el Venerable Bomyeong, recogen hojas de té en la plantación de Banya del condado de Haenam, provincia de Jeolla del Sur. Heredan el espíritu y el método del maestro Seon Choui, quien estableció la forma coreana de recolectar el té a finales de la dinastía Joseon.
Cuando un ave voladora quiere descansar, una sola rama de árbol será suficiente. El nombre de la ermita Ilji en el templo Daeheung tiene ese significado. Situado en las laderas del monte Duryun, en el condado de Haenam, en la provincia de Jeolla del Sur, en el extremo sur de la península coreana, la ermita es el lugar donde vivió el Maestro Seon Choui (1786–1866), conocido como el “padre del té coreano” hace 150 años.
Un día, en la primavera de 1830, Choui estaba hirviendo agua para el té en un brasero cuando un monje novato le preguntó cuál era la esencia del té. Citando su libro ‘Crónica del espíritu del té’ (Dasinjeon), Choui dijo: "El té se prepara con cuidado y dedicación, se almacena en seco y se elabora de forma limpia. El proceso de preparación del té se completa en la búsqueda de ese cuidado, sequedad y pureza”. Compuesto de extractos del libro de té de ‘Compendios de los tesoros comprensivos’ (Wanbao quanshu), un texto chino compilado por Mao Huanwen de la Dinastía Qing, el libro de Choui abarca todo sobre el té coreano, desde la recolección de las hojas hasta la higiene en el procesamiento del té.
En el verano de 1837, otra persona le hizo a Choui una pregunta sobre la esencia del té. Era Hong Hyeon-ju (1793–1865), yerno del rey Jeongjo de la dinastía Joseon. En respuesta, Choui compuso el poema ‘Oda al té coreano’ (Dongdasong), donde alababa el té cultivado en Corea por combinar el sabor y las propiedades medicinales del té chino. Choui agregó: “El camino del té es lograr la armonía entre el té y el agua, lo que conduce al camino hacia la justicia y la rectitud”.
La ermita Ilji construida por Choui en 1824, que luego resultó ser su hogar durante 40 años, fue destruida por un incendio después de su muerte. No fue hasta 1980, cuando ya pocos recordaban ese lugar, que la ermita fue restaurada por completo. Siguiendo los pasos de Choui, el Venerable Yeoyeon se dedicó a cultivar y a preparar té en la ermita durante 18 años. Primero aprendió sobre las formas del té en el templo de Haein, donde ingresó al sacerdocio, y junto con maestros de té como el artista Heo Baek-ryeon y el luchador y monje independiente Choe Beom-sul, pertenece a la primera generación de teístas modernos en Corea. Choe llamó al té hecho por Yeoyeon “Banya Tea”, siendo banya la transliteración coreana de prajna, concepto budista que significa sabiduría o perspicacia.
La mayoría de los libros sobre el té afirman que el mejor momento para recolectar el té es sobre el 20 de abril, mientras que Choui asegura que el mejor momento es en torno al 5 de mayo, Corea está en una latitud más elevada que las principales regiones productoras de té de China. Siguiendo su consejo, Yeoyeon comienza la primera cosecha después de abril en la plantación de té Banya, en las laderas medias del monte Duryun.
Las hojas de té verde recién cosechadas se clasifican, se tuestan en un caldero de hierro y se frotan. Ese proceso se repite dos o tres veces.
El Venerable Yeoyeon (derecha) y sus discípulos, procesan hojas de té recogidas de la plantación de Banya, ubicada cerca del Templo Daeheung, declarado como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
“Si el té es el corazón, entonces el tazón del té es el recipiente que lo contiene. Cuando tomo lentamente la taza de té, que brilla con la bruma de primavera en mis labios, su exuberante aroma agita mi corazón como un bosque de bambú bajo un cielo despejado”.
Comunidad del té de Banya
En el invierno de 1996, los activistas sociales del condado de Haenam formaron un grupo llamado Namcheon Dahoe para aprender sobre el té de Yeoyeon. Continuaron con una comunidad de cultura del té que se reunía para las ceremonias del té y la práctica espiritual con Yeoyeon y, en 1997 comenzaron a cultivar un campo de té, que más tarde se convertiría en la plantación de té de Banya. El primer Dasinje, un ritual para la cosecha de té, se llevó a cabo en 2004 con el primer cultivo, pero continúa hasta el día de hoy. Es idóneo para apreciar y comprender mediante una taza de té que los cielos y la tierra, los seres humanos y todos los seres vivos están interconectados.
El procesamiento de las hojas de té verde implica tostar, frotar y secar. Se sabe que Choui hacía cinco tipos de té, incluido el té de hojas sueltas y té comprimido con forma de galleta (caked tea). Yeoyeon también hace diversos tipos de té en base a la calidad de las hojas. Destaca la importancia de diferenciar los métodos de producción según el clima en el momento de la cosecha y la humedad de las hojas de té, elementos básicos a considerar en el tostado, en vez de la temperatura del caldero. Principalmente produce té de hojas y té tostado, asado en un caldero de hierro sobre un fuego de leña. Con la experiencia adquirida al visitar muchos sitios nacionales y extranjeros de producción de té, su habilidad para controlar la intensidad del fuego y el tiempo de tostado en función de la calidad de las hojas de té supera la media.
Después de tostar las hojas, Yeoyeon las enfría rápido y las frota ligeramente. El té elaborado con hojas rápidamente enfriadas mantiene un tono más verde. Con las hojas que se frotan ligeramente, el sabor sale más despacio para que el té pueda ser disfrutado durante más tiempo. Por otro lado, si las hojas se frotan con demasiada fuerza, los compuestos naturales se liberan al mismo tiempo, lo que produce un sabor más intenso y dificulta beber más de una taza. Yeoyeon sostiene que frotar las hojas con demasiada fuerza es el vicio de la producción de té en Corea. “El método de cocer al vapor y secar las hojas nueve veces se remonta al siglo XIX, cuando se usaba para hacer té caliente. Pero no es correcto para hacer té de hojas”, recuerda enfáticamente, explicando que no es el método tradicional de producción de té de los templos budistas. También subraya que las hojas de té deben secarse naturalmente.
Yeoyeon es conocido por su lengua afilada al preparar té y en las reuniones de té. Recurre a extremas y severas advertencias, pues considera que sin una auto-reflexión completa, no podrá echar raíces una cultura de té adecuada. Afronta las dificultades y no se guarda las críticas, mostrando un lado áspero que contrasta con el sabor suave y profundo del té que prepara.
Cuando Yeoyeon toma muestras de té recién cosechado, pone las hojas de té en una taza pequeña, vierte agua caliente sobre ellas y espera unos minutos antes de tomar un sorbo. Este es el llamado “té lagrimal”. A medida que las hojas de té se mezclan con el agua y se vuelven suaves, el aroma fragante y el color verde se esparcen por la taza. Ese aroma recuerda el olor dulce de un bebé recién nacido, su color es un amarillo verdoso claro y su sabor suave y refrescante. El dulce sabor que emana hace que cierres los ojos con suavidad y disfrutes del cálido sol de primavera que llena tu boca y envuelve tu cuerpo. Los amantes del té definen ese estado como “los 84.000 poros que se sienten renovados”, que más efusivamente alude a “sentir alas bajo los brazos”.
Un monje sirve el té en la ermita Ilji del Templo Daeheung, según la tradición del té de Seon Master Choui.
Hervir agua limpia, preparar té a la temperatura óptima del agua y luego verter el té en una taza es un proceso que requiere gran atención y concentración.
Participantes de Temple Stay en el condado de Buan, provincia de Jeolla del Sur, beben té.
El té conduce a la amistad
Durante más de 40 años, cada primavera he corrido a los campos de té, anhelando escuchar noticias de la primera cosecha. Los monjes vestidos con túnicas grises sobre el caldero caliente tostando hojas de té, poniendo su corazón y su alma en esa tarea, son siempre una perspectiva hermosa y reverente.
Un año, cuando estaba visitando la plantación de té Daehan en Boseong, vi a un monje tostando las hojas de té junto al estanque, donde al final del día revoloteaban en el viento dos flores de cerezo. Era el Venerable Yeoyeon. La imagen del monje tostando las hojas de té lavadas con rocío al amanecer, me dejó un pensamiento profundo. Quería vivir como él. El aroma fragante que envolvía mi cuerpo cuando arrancaba las hojas, las ponía en el caldero y las tostaba, así como al entrar en la habitación donde se secaban, me hizo soñar con dedicarme a hacer té. Así que, incluso a día de hoy, invariablemente me dirijo a los campos de té cuando abren las flores dobles de cerezo.
De no haber sido por el té, nuestros caminos nunca se habrían cruzado. El té me ha permitido reflexionar sobre mí mismo, detenerme, y tomar un respiro de vez en cuando. ¿No es esto el prajna que ofrece el té? El té Banya de Yeoyeon nos hace reflexionar: ¿qué significa llevar una vida plena, disfrutar de una comida y saborear una taza de buen té?
En 2017, cuando Yeoyeon cumplió 70 años, realizó una exposición con sus utensilios de té. En el prefacio del catálogo, escribió:
“Si el té es el corazón, entonces el tazón de té es el recipiente que lo contiene. Cuando hiervo el agua, escucho el susurro del viento entre los pinos en la montaña iluminada por la luna, y cuando sirvo el té, mi corazón se pasea por el pequeño arroyo antes de asentarse en una roca. Cuando tomo lentamente la taza de té que brilla con la bruma de primavera en mis labios, su aroma exuberante agita mi corazón como un bosque de bambú bajo un cielo despejado”.
Park Hee-junePresidente, Asociación Coreana de Cultura del Té
Ahn Hong-beomFotógrafo