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2018 SUMMER

SPECIAL FEATURE

Jeju, una isla de piedras:
leyendas y tradiciones
SPECIAL FEATURE 4Cerámica con piedras y fuego

La cerámica onggi de Jeju se cuece en un horno de piedra en vez de en uno de barro. Durante miles de años, las vasijas y jarras de loza tradicionales fueron una parte integral de las vidas de los residentes de la isla, donde no se producía hierro. Sin embargo, gradualmente se desvanecieron después de que las mercancías producidas en masa con materiales sintéticos surgieran en la década de 1960. Luego, en el año 2000, después de años de arduos esfuerzos, el horno tradicional de piedra fue reconstruido y se reanudó la producción de la cerámica autóctona de la isla, aunque en pequeñas cantidades.

Kang Chang-eon, fundador y director del Centro de Cerámica de Jeju, aviva el fuego desde la parte superior del horno amarillo. La temperatura dentro del horno alcanza su punto máximo cuatro días después de encender el fuego. Esta es la etapa final, cuando se inserta leña seca a través de orificios en los laterales del horno para aumentar el fuego, mientras que los recipientes adquieren un tono brillante en la superficie, como si fueran de vidrio.

"Tetera Gahina”, 7.6 x 18.5 cm/
creada usando un método patentado por el Centro de Cerámica de Jeju, esta tetera fue galardonada con el Sello de Excelencia para Artesanías por la UNESCO en 2007. Está hecha de un tipo especial de arcilla desarrollada por el centro para imitar la textura del basalto.

Durante el Levantamiento de Jeju del 3 de abril de 1948, que efectivamente fue un aviso de la trágica Guerra de Corea, los isleños, incluso cuando huían de las fuerzas gubernamentales que perseguían ferozmente a las guerrillas comunistas, se llevaban consigo su onggi, mostrando cuán indispensables eran esas vasijas en sus vidas.

El uso de loza fea y robusta tiene una larga historia en la isla, tal y como atestiguan las fuentes históricas. En un poema titulado “Tamna”, Choe Bu (1454-1504), un funcionario civil de la dinastía Joseon, describió a una mujer de Jeju llevando una gran jarra de cerámica en su camino hacia un manantial para sacar agua. Choe es el conocido autor de “El diario de Choe Bu: registro de una deriva a través del mar” (Pyohaerok), una obra maestra de la literatura coreana antigua de viajes. El poema está contenido en “Un diario de la isla del sur” (Namsa illok), escrito por Yi Jeung (1628-1686), otro funcionario de Joseon que prestó servicios en la isla. En tanto “Gaceta de Jeju” (Jeju eupji), presumiblemente publicado en el siglo XVIII, también señala: “Hay una tienda en Daejeong especializada en cerámica de onggi”

Los primeros arquetipos onggi de Jeju son dos vasijas prehistóricas, unas llanas y otras con motivos elevados, descubiertas en un sitio arqueológico en la aldea de Gosan, ubicada en el municipio de Hangyeong. Se cree que esa loza tiene unos 10.000 años de antigüedad. Hasta la fecha, las vasijas sin decoración se encuentran entre las cerámicas neolíticas más antiguas descubiertas en Corea, mientras que las que tienen patrones ondulados elevados se consideran el pináculo de la antigua cerámica de Jeju.

Restaurar los hornos de piedra tradicionales

“Jarra de piedra”, 28 x 22.3 cm/
La jarra se formó al remover la arcilla en la rueda con una piedra, creando una textura rugosa que se asemeja al basalto.

La producción de onggi en Jeju alcanzó su punto máximo a principios del siglo XX, pero desapareció por completo a finales de la década de 1960. Con su elaborado proceso de producción, onggi no podría competir con productos plásticos baratos producidos en masa. La persona que revivió la tradición onggi de Jeju fue Kang Chang-eon, fundador y director del Centro de Cerámica de Jeju.

En la década de 1970, cuando aún era joven, Kang comenzó a visitar hornos en ruinas y, al examinar de cerca los fragmentos de onggi, descubrió una calidad única en la loza de barro tradicional. A principios de la década de 1980, renunció a su trabajo para dedicar plenamente su tiempo a la realización de estudios de campo, viajando innumerables veces a las aldeas costeras y a las zonas montañosas medias. Entonces, en la isla quedaban unos 50 hornos de piedra. Eventualmente, se unió al Museo de la Universidad Nacional de Jeju y comenzó sus estudios en serio, trabajando con académicos nacionales y extranjeros. Pero a medida que la modernización barrió el país, los hornos que quedaban comenzaron a verse gravemente dañados.

A principios de la década de 1990, los alfareros onggi experimentados comenzaron a desaparecer uno tras otro, y con ellos las herramientas que usaban. Impulsado por una sensación de urgencia, Kang buscó a los alfareros que quedaban con vida, pero la mayoría se había pasado a la agricultura pues se había vuelto muy difícil ganarse la vida como alfareros.

Kang intentó persuadirles para que se unieran a él en sus esfuerzos por recuperar la tradición de onggi de Jeju, pero ninguno quiso.

La restauración de los hornos de piedra tradicionales solo fue posible con la ayuda de expertos artesanos. Afortunadamente, varios de los artesanos supervivientes, incluidos Hong Tae-gwon y Song Chang-sik, finalmente le brindaron todo su apoyo. En 1996, Kang invirtió toda su fortuna para establecer el Centro de Cerámica de Jeju en la aldea de Yeongnak en la ciudad de Daejeong; y cuatro años más tarde comenzó a hacer onggi al estilo tradicional de Jeju.

Proceso de producción diferenciado

Durante mucho tiempo, el onggi de Jeju había evolucionado de forma distinta a mercancías similares producidas en el continente. La mayor diferencia sería el método de cocción, que tiene lugar en un horno de piedra hecho de rocas de basalto, en vez de en un horno de barro construido con ladrillos de arcilla. Este proceso de producción es claramente distinto al de otras regiones en Corea, así como al de China y Japón, y rara vez se da en otras partes del mundo.

Otra característica distintiva del onggi de Jeju es que no es acristalado, principalmente porque está hecho con tierra de ceniza volcánica en lugar de con arcilla blanca o roja, comúnmente utilizada en el continente. Este método fue ideado por los isleños que vivían en un ambiente donde el suelo adecuado para la producción de cerámica era raro. El suelo de ceniza volcánica contiene muchos minerales, que se derriten y exudan a la superficie durante el proceso de cocción, produciendo el efecto de un recubrimiento brillante. Además, a diferencia de otras regiones donde se usa madera de troncos de árboles para calentar el horno, en Jeju se usan ramas secadas a la sombra como combustible.

El proceso de producción del onggi de Jeju también se distingue por la división del trabajo, pues los recipientes no están hechos por un solo alfarero. Cada etapa de producción involucra a un especialista diferente: el geonaekkun recolecta el suelo y la leña; el onggi-daejang da forma al recipiente; el bul-daejang alimenta el fuego; y el gul-daejang supervisa todo el proceso. Fabricado de esta manera especializada y colaborativa, el onggi de Jeju es producto de la cultura comunal local.En muchos aspectos, las condiciones en la isla no eran favorables para la producción de cerámica, ya que la mayoría de los suelos no eran aptos y el agua debía transportarse en grandes recipientes desde zonas lejanas. Las palabras del fallecido alfarero Shin Chang-hyeon, que tenía el título de Propiedad Cultural Inmaterial de Jeju N° 14, resumen la naturaleza agotadora de esta tarea: “Hacer onggi es una empresa ardua; requiere viajes desde y hacia el inframundo”. Las vasijas y jarras laboriosamente elaboradas en esas inhóspitas condiciones han sido durante mucho tiempo parte de la vida cotidiana de la gente de Jeju.

La sala de exposiciones del Centro de Cerámica de Jeju exhibe los productos del centro. El proceso elaborado y los altos costes de producción dificultan la popularización, pero el centro atrae a entusiastas de la alfarería de Japón y China.

Temperatura del horno y colores de la vasija

Los hornos de cerámica en Jeju se llaman gul, que significa “cueva” en coreano. El techo semicilíndrico, así formado debido al contorno natural de la tierra, da al horno la apariencia de una cueva. Hay dos tipos de hornos: el horno amarillo y el horno negro, llamados así porque las ollas que de ellos salen exhiben tonos amarillos y negros, respectivamente. La diferencia proviene de la diferencia en las temperaturas de cocción.

En el horno amarillo, la temperatura se eleva a entre 1.100 y 1.200 grados centígrados. Durante ese proceso, la arcilla se oxida y la superficie del recipiente se vuelve brillante, como si estuviese vidriado, y se torna de color amarillento o marrón rojizo. A temperaturas tan altas, los patrones se forman naturalmente en la superficie, lo que Kang llama “patrones de llama”. Estos robustos recipientes evitan que los alimentos se echen a perder, por lo que se usan principalmente para contener alimentos o transportar agua.

El horno negro cuece vasijas a temperaturas más bajas, de entre 700 y 900 grados Celsius. Las aberturas de la parte frontal y posterior del horno están bloqueadas para reducir los niveles de oxígeno, dando como resultado una combustión incompleta. Entonces, a medida que el humo permea en el recipiente, se vuelve gris o negro. Estas vasijas se usan para almacenar alimentos secos o alimentos al vapor.

La mayor diferencia sería el método de cocción, que tiene lugar en un horno de piedra hecho de rocas de basalto, en vez de en un horno de barro hecho con ladrillos de arcilla.

Triste al ver a los tradicionales hornos de piedra y loza de Jeju desvanecerse en la historia, Kang Changeon restauró el horno tradicional de la isla en el año 2000, después de años de arduos esfuerzos.

La virtud de la paciencia

En el Centro de Cerámica de Jeju, los hornos amarillo y negro se restauraron con basalto, al estilo tradicional. Kang eligió piedras del tamaño apropiado o las cortaba si era necesario. Los huecos entre las piedras se llenaron con fragmentos de basalto o arcilla.

El horno amarillo mide 12 metros de longitud; el espacio desde el agujero de fuego hasta la salida de humo se divide en la cámara de cocción y en la cámara de combustión. El hogar del fuego está en la parte delantera del horno, mientras que la parte inferior entra en contacto con el suelo. Parece tener forma de arco, pero en realidad es más de forma cuadrada con una piedra que desde el techo se coloca en la parte superior de los pilares de piedra, de pie a cada lado. Una característica notable de los hornos de piedra de Jeju es que el hogar del fuego es significativamente más angosto, como se ve en los hornos de piedra de hace más de 100 años abandonados en el pueblo de Sindo, al oeste de Jeju, así como en el Centro de Cerámica de Jeju.

El exterior del techo está cubierto de tierra arenosa. A los lados izquierdo y derecho hay 15 agujeros, de unos 15 centímetros de diámetro cada uno, colocados a intervalos regulares. Son para controlar y alimentar el fuego. No hay chimenea en la parte posterior; pero en cambio, hay cuatro pequeños agujeros para dejar salir las llamas.

El horno negro es más pequeño, mide siete metros de largo y no está dividido en compartimentos separados. Los recipientes se colocan dentro o se sacan del horno a través de una abertura en la parte posterior.

“Tarro de loza negra” (frente), 41.4 x 33.0 cm; y “Tarro de loza amarilla”, 37.5 x 29.0 cm/
El frasco negro tiene distintos “patrones de llama” creados de forma natural durante la cocción. El amarillo tiene un tono más claro alrededor de la boca y el hombro, igualmente un fenómeno natural que se produce al cocerlo.

Otra característica distintiva de los hornos de piedra de Jeju es el área frente al hogar de fuego, que está rodeado por una barrera baja hecha de basalto. Llamado bujangjaengi, esta parte toma su nombre de la hierba que lo cubre y protege de los elementos, especialmente de los fuertes vientos de la isla.

Hecho con tierra de ceniza volcánica porosa, el onggi de Jeju se cuece primero, y luego se almacena en una choza durante 10 meses antes de ser usado. La cabaña también está hecha de basalto, y cualquier hueco se tapa cuidadosamente. Como el nacimiento de una nueva vida, nos enseña la virtud de esperar, humildemente.

Jeon Eun-janvestigadora, Instituto de la Cultura Tamna, Universidad Nacional de Jeju
Ahn Hong-beomFotógrafo

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