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On the Road

2022 SUMMER

Los motores rugen…

La isla de Geoje, al extremo sur de la península de Corea, es la segunda mayor isla del país después de Jeju. Aquí, las dolorosas cicatrices de las invasiones japonesas y la Guerra de Corea están incrustadas entre bellos escenarios marinos, paisajes y casas de artistas famosos.

© GEOJE CITY

Al saber que los cerezos ya florecían en el sur, mi corazón, congelado durante todo el invierno, comenzó a derretirse. Pensé en cierto camino costero de la isla de Geoje y empaqué apresuradamente, pues ese espeso túnel de flores podría perder sus pétalos antes de llegar yo.

Antes del amanecer ya iba en el coche y me sentí aliviado de tener un gran alijo de música para el camino. El GPS confirmó que el viaje desde Seúl tomaría unas cuatro horas y media, seis si hacía algún descanso. De las canciones de mi playlist, me gusta especialmente “Gran Torino”. Habla de conducir un Gran Torino, un potente coche estadounidense de la década de 1970, para consolar un corazón cansado y solitario.

El motor ruge y los sueños amargos crecen
Corazón encerrado en un Gran Torino
Late a ritmo solitario toda la noche

La canción integra la banda sonora de la película del mismo nombre. El protagonista, Clint Eastwood, es un veterano de la Guerra de Corea distante y gruñón, cuyo trauma le hace desconfiar de la gente y no deja que nadie se acerque demasiado. Al escucharlo, siento que mi auto se convierte en un Gran Torino y me reconforta de camino a la isla de Geoje.


 

Al completar el puente Geoga, la distancia entre Busan y la isla Geoje se redujo drásticamente de 140 km a 60 km y el tiempo de viaje pasó de 2 horas y 30 media a 30-40 minutos.
© gettyimagesKOREA

Parque Memorial POW
La isla Geoje se ubica entre la ciudad de Busan, al este, y Tongyeong, al oeste. Aunque es una isla, durante mucho tiempo ha sido accesible por tierra gracias al Puente Geoje, finalizado en 1971, y ahora también por el Nuevo Puente Geoje, completado en 1999. Ambos conducen a Tongyeong. En 2010, también abrieron una conexión a Busan por carretera mediante el puente Geoga, al este, un túnel-puente de 8,2 kilómetros.

Los puentes que conectan Geoje con Tongyeong atraviesan un estrecho canal conocido por sus numerosos arrecifes y sus feroces corrientes. En 1592, durante la primera invasión japonesa de Corea, el almirante Yi Sun-shin atrajo al enemigo aquí y fuera de la isla de Hansan. Sus buques de guerra, inferiores en número, adoptaron formación de ala de grulla y derrotaron a la flota japonesa. Pero por más emocionante que esto resulte, Geoje esconde un aspecto aún más aleccionador: fue recinto de detención para decenas de miles de prisioneros de guerra.

La exhibición de cuarteles, uniformes y otros materiales que muestran la vida de los prisioneros hacen del Parque Histórico del Campo de Prisioneros de Geoje un enclave turístico y educativo.

La película “Swing Kids”, ambientada en 1951, durante la Guerra de Corea, sigue a un grupo de claqué que planea actuar en el mayor campo de prisioneros de Corea del Sur, en la isla de Geoje.
© NEW

En septiembre de 1950, el desembarco en Incheon liderado por el general Douglas McArthur dividió en dos a las fuerzas de Corea del Norte, invirtiendo el rumbo de la Guerra de Corea. Con sus líneas de suministro cortadas y sin capacidad para repeler contraataques, terminaron en un campo de prisioneros de guerra de 12.000 metros cuadrados en los distritos de Gohyeon y Suwol de la isla de Geoje, que comenzó a operar en febrero de 1951 con 150.000 soldados norcoreanos, 20.000 soldados chinos y 3.000 milicianos, incluidas 3.000 prisioneras.

El Parque Histórico del Campo de Prisioneros de Guerra (POW) recuerda a los capturados entonces. Nada más entrar me topé con el texto de la Convención de Ginebra, un conjunto de tratados que establecieron estándares legales internacionales sobre trato humanitario en tiempos de guerra. Los acuerdos de 1949, que definen los derechos básicos de los prisioneros de guerra, se aplicaron por primera vez en la Guerra de Corea.

La sala de exposiciones a la entrada del Parque Histórico destaca los esfuerzos para proteger los derechos humanos de los prisioneros de la Guerra de Corea del Norte, y hasta se dice que sus comidas eran mucho mejores que las de los soldados en el frente. Aún así, y al margen de lo bien que se tratara a los prisioneros, ineludiblemente agonizaban a medida que avanzaba la guerra. Encerrados sin saber ni lo lejos que estaban de casa, sus días transcurrían entre trabajos forzados. Y a veces, con fines propagandísticos, hasta les obligaban a aparentar estar contentos pese a sus circunstancias.

La foto de unos prisioneros en el campo de Geoje haciendo un baile folclórico inspiró la novela de Choi Suchol de 2016 “Dance of the POWs” (Porodeului chum), y el director de teatro Kim Tae-hyung presentó el musical “Ro Gi-su” (2015) sobre el mismo tema, que más tarde el director de cine Kang Hyoung-chul adoptaría en la película “Swing Kids” (2018).

¿Acaso aprendieron, practicaron y realizaron el baile de la foto por voluntad propia? En una foto tomada en 1952 por Werner Bischof, miembro del famoso colectivo Magnum, mientras bailan en ese campo los prisioneros llevan máscaras inusualmente grandes, presuntamente para ocultar su identidad y evitar ataques de otros prisioneros que hubieran podido sentirse traicionados, o tal vez para proteger a sus familiares y a ellos mismos de una posible persecución si las fotos llegaban a Corea del Norte. “Dance of the POWs”, “Ro Gi-su” y “Swing Kids” reflejan esta teoría.

Uno podría preguntarse qué más se podría hacer por aquellos que alguna vez apuntaron sus armas a “nuestro lado”, pero al ser de una generación que nunca ha vivido una guerra, no tengo nada que decir sobre un tema tan delicado. Solo espero con todo mi corazón que la guerra, las amenazas y la violencia desaparezcan de la Tierra.

Guijarros que parecen perlas negras cubren las playas de la isla de Geoje. El sonido del agua sobre estos guijarros cuando baja la marea (descrito como “jageul jageul”) ha sido seleccionado como uno de los 100 mejores sonidos naturales de Corea.
© gettyimagesKOREA

Miré hacia la cercana isla de Chilcheon, donde la mayor parte de la flota coreana fue destruida en 1597. Fue la única gran derrota coreana ante las innumerables batallas contra los barcos japoneses. Antes de esa batalla, el almirante Yi Sun-shin fue destituido por disentir con el rey Seonjo sobre la estrategia. De pie en el salón conmemorativo suspiré, y de nuevo suspiré mientras miraba hacia el agua. A unos 20 minutos está Okpo, donde el almirante Yi logró la primera victoria naval de Corea contra los japoneses de la guerra de Imjin. Tras la invasión en 1592 declararon una tregua, pero lanzaron una segunda invasión en 1597. Al año siguiente, las fuerzas japonesas finalmente abandonaron la península de Corea. Mi Gran Torino continuó hacia los siguientes rastros de guerra.

 

Haegeumgang, isla que presenta dos picos rocosos, está en el Parque Nacional Hallyeohaesang. Ver salir el sol sobre Lion Rock es un increíble espectáculo solo posible en marzo y octubre.
© gettyimagesKOREA

Playa de Mongdol
La isla de Geoje tiene muchas playas cubiertas de guijarros (mongdol). Una de ellas es la playa Hakdong Mongdol de 1,3 kilómetros de largo, en la parte sureste de la isla. Esta playa no tiene arena. En cambio, está cubierta con guijarros lisos de “perla negra” de varias formas y tamaños.

El golpeteo de las olas del océano erosionó y fragmentó grandes rocas en guijarros del tamaño de un puño. Si nos parásemos a pensar cuánto tiempo llevó gestar esos pequeños guijarros, la vida parecería un momento fugaz. La playa de Hakdong Mongdol, con forma de grulla voladora, es la más famosa de la isla y atrae a muchos turistas durante todo el año.

Dondequiera que las olas laven los suaves guijarros negros brillan al sol, luciendo exactamente como perlas negras. Cubriendo la playa, se frotan ruidosamente cada vez que entra agua del mar. Esto dispersa la fuerza bruta de las olas. A diferencia de las playas de arena, las playas de guijarros protegen a los residentes que viven junto al mar.

Según la leyenda, todos los guijarros de la playa desaparecieron un día de olas particularmente fuertes. Solo quedó la arena, y los residentes temblaron de miedo ante este extraño suceso. Pero al día siguiente, como por arte de magia, todos los guijarros volvieron. Este pequeño cuento explica cúanto aman y atesoran los lugareños los guijarros negros y, de hecho, intentan evitar que los turistas se lleven uno o dos como recuerdo. Con ese fin, el relato de una adolescente estadounidense puede verse en los letreros de cada playa de guijarros.

En el verano de 2018, un pequeño paquete llegó a la sucursal del Parque Nacional Hallyeohaesang. Dentro había dos guijarros negros y una carta. Una niña estadounidense de 13 años se los había llevado a casa como recuerdo, pero sintió que debía devolverlos. “Mi madre se enteró y me enseñó cuánto tiempo debió precisar la madre naturaleza en crear estas hermosas piedras. Así que decidí devolverlas a su lugar”, escribió la niña en su carta de disculpa. Probablemente, su sinceridad tendrá un mayor impacto en los posibles cazadores de recuerdos que cualquier advertencia de multas o sanciones.

Tras un paseo por la playa tomé un ferri. Quería ver Haegeumgang, una isla formada por dos picos rocosos cuyo nombre significa “diamante del mar”. Al sobresalir en medio del agua, la isla fue designada como Sitio Escénico No. 2 en 1971. De los 129 sitios escénicos nacionales de Corea, solo 15 son marinos o insulares, y el distrito del Parque Nacional Hallyeohaesang de Geoje atesora dos, hecho que indica la gran belleza del paisaje costero del entorno. Cerca de Haegeumgang está el Observatorio Sinseondae. Una larga escalera desde la carretera de la costa conduce al observatorio, con vistas a las aguas de color cobalto y a un terreno rocoso decapado en azul y amarillo.

 

Yang Dal-seok (1908-1984), famoso por sus pinturas idílicas e inocentes de la campiña coreana, fue bautizado como el “pintor de vacas y pastores”.

El Salón Conmemorativo de Cheongma se erige sobre el lugar de nacimiento de Yu Chi-hwan, destacada figura de la literatura coreana moderna. El edificio guarda registros de la vida y obra del poeta de seudónimo Cheongma, que significa “caballo azul”.

Artistas de isla Geoje
Con las glorias de Haegeumgang en mi retina regresé al puerto y volví a la carretera, esta vez para encontrarme con Yang Dal-seok (1908-1984), uno de los primeros pintores de estilo occidental de Corea, y con Yu Chi-hwan (1908-1967), un nombre importante en la poesía coreana. ¿Sería posible que ambos artistas se convirtieran en las imponentes rocas de Haegeumgang después de morir?

Primero me dirigí a Seongnae, la ciudad natal de Yang Dal-seok. Entrar a ese pueblo repleto de murales que replican sus pinturas fue como colarme en un libro de cuentos. Muchas de estas pinturas muestran vacas y pastores, con niños corriendo alegremente aunque sus pantalones se caigan, mostrando claramente sus nalgas. Algunos hacen el pino, mientras que otros se inclinan y miran el mundo entre sus piernas. Su comportamiento y expresiones denotan comicidad. Las vacas rumian hierba perezosamente y el mundo es verde y fresco. Todo está en paz. ¿Cómo podría el mundo pintado por Yang ser tan lírico y hermoso?

Huérfano a edad temprana, Yang pasó parte de su infancia sirviendo en la casa de su tío y estaba familiarizado con las vacas. Un día, perdió una vaca que había sacado a pastar y recibió una fuerte reprimenda. Esa noche recorrió las montañas y, cuando finalmente halló a la vaca, se agarró a una de sus patas y lloró. Dolorosas experiencias como esa quizá lo convirtieron en un artista que soñaba con un mundo sin miedo ni preocupaciones.

En Cheongma Memorial Hall me topé con otro artista nacido en Geoje que también soñó con el paraíso. Seguramente, la vida real fue agotadora para el poeta Yu Chi-hwan, pero en sus obras nunca perdió la esperanza ni la determinación. Su poema más famoso, “La bandera” (Gitbal), describe una bandera que ondea con una frase que todo coreano ha escuchado alguna vez: “clamor sin voz”, usada en todas las clases de literatura como ejemplo de paradoja.

Otro de sus poemas, “Geojedo, Dundeokgol”, ensalza su lugar de nacimiento. Está inscrito en un monumento del patio del salón conmemorativo. En varias líneas, el poema da vida a las duras condiciones de su ciudad natal, pero en la última el poeta promete no abandonarla. Promete “morir tras vivir una vida benévola, tendido en los campos al amanecer”. Revela una personalidad inusualmente fácil y tolerante. El seudónimo de Yu era Cheogma, o “semental azul”, que en mi imaginación vaga por los campos y montañas de la isla.

El motor ruge… Mis pasos comienzan a señalar hacia casa. Cantándome, como siempre hago, me pregunté qué tipo de promesa podría hacer. ¿Acaso valgo lo que un guijarro de tranquilidad y tolerancia? Con el rugido del motor, mi Gran Torino me dio la respuesta: no te dejes atar ni por esas preguntas.

 ©gettyimagesKOREA



Kim Deok-hee Novelista
Han Jung-hyun Fotógrafo

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