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Guardians of Heritage

2024 SPRING

Rebrotan las flores de seda

Gungjung chaehwa, las flores de seda de la realeza de Corea, son flores artificiales hechas con tejidos como la seda y el ramio. Se usaban en los banquetes de la corte y otras ceremonias reales de la dinastía Joseon (1392-1910). Aunque estuvieron al borde de desaparecer por completo, el reciente resurgir de este oficio tradicional a menudo se atribuye a la maestra artesana Hwang Suro. En 2013, su maestría en artesanía de la corte fue oficialmente reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional. Su legado lo mantiene su hijo, Choi Sung-woo, quien no solo se dedica a elaborar flores de seda, sino también a explorar aplicaciones contemporáneas.
Choi Sung-woo

Cada flor de seda de la realeza conlleva muchos procesos manuales, como teñido, machacado, corte y planchado. Choi Sung-woo, aprendiz certificado en este arte tradicional, enfatiza que ese mimetismo con las flores naturales requiere un meticuloso trabajo.
© Han Jung-hyun


Caminando por las calles de Tongui-dong, un barrio situado al otro lado de la carretera de la Puerta Yeongchu, la puerta oeste del Palacio de Gyeongbok, uno puede hallar un antiguo edificio de dos pisos anidado entre estructuras más modernas. Un viejo y gastado letrero de estilo antiguo lleva el nombre de Boan Yeogwan (“Posada Boan”). Se cree que surgió a principios de la década de 1930 y que fue hogar de muchos escritores y artistas a lo largo de los años. Acogió huéspedes hasta 2004, cuando cerró sus puertas por dificultades financieras. A principios de la década del 2000, el vecindario experimentó un rápido desarrollo urbano, lo que llevó a la demolición gradual de muchos edificios antiguos y al surgimiento de otros nuevos en su lugar. El abandonado Boan Yeogwan hubiera compartido un destino similar de no haber sido por Choi Sung-woo, quien en 2007 transformó ese inhabitado edificio en un espacio de arte y cultura que ahora late con vibrante energía.

El edificio, que desprende un encanto vintage en el corazón de la moderna Seúl, resonó entre visitantes y transeúntes mucho más allá de sus expectativas, mostrando la renovada importancia del pasado. Choi, como CEO del proyecto, obtuvo reconocimiento como planificador cultural clave para revitalizar la zona de Seochon, también conocida como Villa Oeste de Seúl.

Recuperar las flores regias de seda

Con un taller en el cuarto piso de un moderno edificio, a la izquierda de Boan Yeogwan, Choi ejerce como aprendiz certificado en el oficio de fabricación de flores regias de seda. Su madre, Hwang Suro, es una maestra artesana a quien se atribuye el resurgir de este oficio tradicional, casi extinguido tras el período de la ocupación japonesa En reconocimiento a su contribución, fue reconocida como primera titular de dicha artesanía en 2013, cuando el oficio fue designado como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional No. 124.

Chaehwa se refería a las flores artificiales elaboradas con tejidos de seda o ramio usadas durante la dinastía Joseon. Las que adornaban banquetes de la corte y ceremonias reales, llamadas gungjung chaehwa, se clasificaban en tres tipos: junhwa, jarrones de flores que decoraban el trono; jamhwa, tocados florales que usaban los asistentes a un banquete; y sanghwa, centros de mesa de banquetes. Las compilaciones que documentan ceremonias y ritos importantes de la familia real, conocidas como Protocolos Reales de la dinastía Joseon (uigwe), presentan ilustraciones con escenas de banquetes adornados con distintos tipos de flores regias de seda. En tanto hongbyeok dohwajun, grandes jarrones con flores de seda rojas y blancas que imitaban las flores del melocotonero, se ubicaban en grandes jarrones flanqueando el trono. La plataforma de madera que recrea un estanque de lotos, llamada jidangpan, se adorna con un despliegue de flores de loto de seda. En particular, la cabeza de cada asistente al banquete se adornaba con unas flores rojas de melocotón que otorgaba el rey.

La literatura histórica ofrece información detallada sobre el tipo, el tamaño, el proceso de producción, la cantidad y el coste de las flores. En 1795, el rey Jeongjo (r. 1776-1800) organizó un magnífico banquete de ocho días para celebrar el sexagésimo cumpleaños de su madre, la dama Hyegyeong. Un detallado relato del evento, titulado “Actas de la procesión del rey Jeongjo a la tumba del príncipe heredero Sado en el año de Eulmyo” (Wonhaeng eulmyo jeongni uigwe), destaca que usaron 11.919 ramos de flores de seda para el banquete. Aunque ninguna de esas flores de tela ha perdurado, Hwang consiguió recrearlas usando documentos históricos como guía.

El proceso de creación de flores reales de seda implica el teñido, el montaje y la instalación. En primer lugar, las telas de seda seleccionadas para la confección de las flores se tiñen con pigmentos naturales, como semillas de cártamo y gardenia. Después se almidonan y se golpean con un rodillo de madera para aumentar su brillo y su elasticidad. A continuación, se cortan en forma de pétalos, los cuales se alisan y moldean con cera de abeja sobre una espátula de hierro caliente. Posteriormente, los pétalos se ordenan en forma de flor y se añaden los estambres y pistilos recubiertos de polen de pino. El último paso consiste en colocar las flores terminadas en tallos y ramas. Como todo el proceso se hace a mano, incluso las flores del mismo tipo pueden variar en color y forma. La singularidad y variedad de estas flores es lo que las distingue de las versiones producidas en masa.

Hongbyeok dohwajun

Hongbyeok dohwajun, dos grandes jarrones con flores de seda rojas y blancas modeladas a partir de flores de durazno, se ubicaron a ambos lados del trono decorando la sala de audiencias. Con tres metros de altura y repleto de flores de seda blanca, irradia una sensación de magnificencia y dignidad.
Cortesía del Museo Real de las Flores de Seda de Corea

jidangpan

El maestro artesano Hwang Su-ro creó este jidangpan que recrea un estanque de lotos, con dos flores juntas rodeadas por siete jarrones de peonías sobre una plataforma de madera. Se basa en las plataformas que decoraban el escenario de los bailes de la corte en el banquete celebrado en el Palacio Changgyeong en 1829.
Cortesía del Museo Real de las Flores de Seda de Corea

Convertido en pupilo de su madre

Choi nació en 1960 y fue el mayor de los tres hijos de Hwang Suro. Pasó su infancia y sus años escolares en casa de sus abuelos maternos, una casa en Choryang-dong, en Busan, construida durante el período de la ocupación japonesa. Su abuelo materno, Hwang Rae-sung, fundó Taechang Corporation, una empresa textil que fue la primera de Corea en producir pana, mientras que su propio padre, Choi Wee-kyung, fue un científico agrícola educado en la Universidad de Tokio que más tarde sucedió a su suegro como presidente de la empresa.

“Como mi madre era hija única, prácticamente crecí bajo el cuidado de mis abuelos maternos”, recuerda Choi al describir su educación. “Mi abuelo era amable conmigo, aunque era tan rígido que hasta mi madre, conocida por su severidad, le tenía miedo. Creo que fue la influencia de mi abuelo la que me llevó a interesarme por la gestión cultural, tras especializarme en pintura occidental en la universidad”.

A principios de los años 80 y por la agitación política tras el levantamiento de Gwangju, Choi pasó la mayor parte de sus años universitarios dedicado al activismo social mediante el teatro y las representaciones tradicionales. Después se marchó a Francia a continuar sus estudios. Tras completar un programa de doctorado en historia del arte en la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne, trabajó dos años como investigador en el Ministerio de Cultura francés.Choi lo resume así: “Participé en un programa que seleccionaba a un investigador de entre trece países para experimentar la quintaesencia de la cultura europea. Tuvimos acceso a diversas colecciones y sistemas museísticos, una infrecuente oportunidad a la que no muchos tenían acceso. Esa experiencia me abrió los ojos al mundo de la gestión cultural, pues integra los valores tradicionales en la vida contemporánea”.

Tras siete años y medio de estudiar en Francia, Choi regresó a Corea en 1995. Las circunstancias le obligaron a hacerse cargo de la empresa familiar, puesto que ocupó casi una década pero sintiéndose fuera de lugar. Finalmente, halló su vocación al hacerse cargo de Boan Yeogwan. También en esa época fue cuando se interesó por el arte de las flores de seda.“En 2007, cuando la sede de Naciones Unidas en Nueva York acogió la exposición “Artesanía tradicional coreana”, ayudé a mi madre a exponer por primera vez jarrones con flores regias de seda. Al ver cómo los visitantes se agolpaban para hacer fotos de los objetos expuestos, comprendí que las flores poseen un lenguaje universal que no precisa explicación”, comenta Choi. Asimismo, las flores regias de seda recibieron una entusiasta acogida en una exposición de 2013 en Milán titulada “Constancia y cambio en la artesanía tradicional coreana”.

Como vio trabajar a su madre desde niño, Choi estaba muy familiarizado con esa técnica artesanal, pero heredar su legado iba mucho más allá. “Los que aprendieron el oficio con mi madre acabaron marchándose incluso tras obtener el título, porque la demanda era irregular”, comenta Choi. “No tuve más remedio que continuar su legado, pero no podía sacarme de la cabeza la pregunta: ¿Por qué debería hacerlo?”. Entonces, en 2014, mientras preparaba la exposición “Beautiful Royal Silk Flowers.”, desperté de verdad a la belleza de las flores de seda de la realeza”.

Celebrada en el Museo del Palacio Nacional de Corea, la exposición fue aclamada por recrear el banquete de 1829 que tuvo lugar en el palacio de Changgyeong para celebrar el cuadragésimo cumpleaños del rey Sunjo y el 30º aniversario de su entronización. Después, Choi comenzó el aprendizaje formal bajo la tutela de su madre, hasta que fue oficialmente reconocido como aprendiz certificado en 2019. Ese mismo año abrió sus puertas el Museo Real Coreano de la Flor de Seda. El museo se construyó en Yangsan, ciudad natal de Hwang en la provincia de Gyeongsang del Sur, y fue su madre la que corrió con los gastos.

En 2020, Choi creó el Laboratorio de Flores Regias de Seda de Seúl para potenciar el oficio y formar a otros en esta artesanía tradicional. Actualmente, dirige el laboratorio al tiempo que ejerce de director del museo de Yangsan, en relevo de su madre. “Mientras el museo intenta preservar los valores tradicionales que no deben cambiar, el laboratorio se dedica a promover y experimentar con aplicaciones modernas e innovadoras de esta tradición”, explica Choi.

at the Royal Silk Flower Seoul Lab

Choi enseña en el Laboratorio Real de Flores de Seda de Seúl, que fundó al considerar que la artesanía tradicional debía integrarse en la vida contemporánea.
© Han Jung-hyun

Instalaciones modernas

Celebrada en el Museo de Artesanía de Seúl entre septiembre y noviembre de 2023, la exposición “Dialogue” de Choi presentaba reinterpretaciones actuales de las flores regias de seda junto con recreaciones al estilo tradicional de flores de seda rojas y blancas en jarrones.

Al describir su obra, Choi afirma: “Creo que la belleza escultórica de las instalaciones de flores regias de seda es en sí misma una de las mayores representaciones analógicas de la naturaleza del mundo. Para que las tradicionales flores regias de seda apelen a los gustos contemporáneos, es esencial utilizar técnicas, medios y métodos modernos”. Como aprendiz certificado y planificador cultural, ahora Choi se centra en abordar la cuestión de cómo utilizar esa artesanía tradicional en la actualidad.

exposición Diálogo celebrada en el Museo de Artesanía de Seúl en 2023.

Imagen de la exposición Diálogo celebrada en el Museo de Artesanía de Seúl en 2023. Choi colaboró con artistas del Laboratorio Real de las Flores de Seda de Seúl para crear esta revisión contemporánea de una artesanía tradicional.
Cortesía del Museo Real de las Flores de Seda de Corea





Lee Gi-sook Escritora

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