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2018 WINTER

Cuarenta años caminando sobre la cuerda floja

Con un pequeño abanico plegable en su mano como único punto de equilibrio, Kwon Won-tae salta, corre y habla sobre una cuerda de nylon de hasta 3 cm, entreteniendo a los espectadores con sus bromas y hazañas acrobáticas. Considera que caminar sobre la cuerda floja tradicional coreana no es solo un truco de circo, sino todo un arte escénico donde interactúa con el público

Durante una actuación nocturna en el Palacio Deoksu en Seúl, a finales de septiembre, el maestro de la cuerda floja Kwon Won-tae presenta geojung dolgi, la habilidad de saltar sobre la cuerda, girar 180 grados en el aire, bajar nuevamente y sentarse sobre la cuerda.

No fue fácil convencerle para que hablara sobre su arte. Este funámbulo con 40 años de experiencia pareció encontrar algunas de mis preguntas irrelevantes, y las eliminaba o contestaba con respuestas oscuras y tono ascendente al final. Intentar hablar el mismo idioma que el fastidioso interlocutor fue en sí mismo como caminar sobre la cuerda floja.

“Imagina que estás subiendo una colina helada. Serías extremadamente prudente si no te deslizaras ni te dejaras caer por la pendiente resbaladiza, ¿verdad? Por eso los que caminaban sobre la cuerda floja solían llamarse eoreumsani [escalador de colinas heladas]”, destaca Kwon Won-tae.

Como escalar una colina helada

A pesar de la precariedad que evoca la palabra, Kwon avanza a pasos agigantados sobre una cuerda de ocho a nueve metros de largo suspendida a tres metros sobre el suelo. Camina y corre por la cuerda, a veces a horcajadas y con las piernas separadas, elevándose para girar en el aire antes de volver a sentarse sobre la cuerda. La cuerda es el escenario del funámbulo, y durante su actuación, sin ningún dispositivo de protección, emociona a la audiencia con hazañas deslumbrantes.“Actúo durante 30 o 40 minutos cada vez. Andar sobre la cuerda floja tradicional coreana no es adecuado para un espectáculo largo, de más de una hora, ya que un solo actor también debe involucrar al público con chanzas y bromas. Por tanto, diría que es el margen de tiempo correcto”, remarca Kwon.

La cuerda floja, o jultagi, formaba parte del Namsadang Nori, un popular espectáculo folclórico presentado por grupos de artistas itinerantes de la Corea pre-moderna, compuesto exclusivamente por hombres. Hoy en día, sin embargo, a menudo se realiza de forma independiente en festivales locales en todo el país. Mientras que los espectáculos de circo de otros países se centran en el espectáculo visual de proezas acrobáticas en cables altos, el intérprete de Namsadang es un bufón que combina técnicas de cuerda floja con narraciones humorísticas. Esta peculiaridad deriva de que la versión coreana comenzó como una actuación a pequeña escala para divertir a la gente común de la clase trabajadora que tenía pocas fuentes de entretenimiento.

“En esencia, uso las técnicas de la cuerda floja y los chistes tal como se transmitieron del pasado, pero varío la actuación según la localidad, los problemas sociales y la respuesta de la audiencia”, resalta Kwon. “¿El número de técnicas? Eso no es importante porque siempre puedes improvisar sobre la marcha”.

El escenario

Una delgada cuerda en el aire es todo el escenario de Kwon y el único desafío que necesita conquistar. Se me ocurrieron una serie de preguntas como ¿Qué tipo de cuerda usa? ¿En qué se diferencia de los cables que usan en el circo? ¿Qué sintió al caminar sobre una cuerda de 50 metros y lograr un tiempo récord de 19,33 segundos en el evento de récords mundiales de cuerda floja celebrado en 2004 en Tampa Bay, Florida? ¿Y qué hay de la cuerda de un kilómetro colgada a lo ancho del río Han en 2007 que recorrió en 17 minutos y 6 segundos compitiendo con famosos funámbulos de todo el mundo?

“Esos eventos se realizaron con cables de metal, que son fuertes, tensos y firmes”, recuerda Kwon. “Un alambre usual tiene aproximadamente tres centímetros de espesor y una resistencia a la tracción de 35 toneladas, lo que significa que no se romperá hasta que se aplique la carga máxima de 35 toneladas. Los artistas aprovechan esa fuerza. Por el contrario, la versión coreana es una cuerda de nailon suave, que es única porque es flexible y rebota. Por tanto es más difícil para el artista mantener el equilibrio. La sensación de caminar sobre un cable metálico y sobre una cuerda de nailon podría compararse respectivamente con saltar sobre un suelo duro y sobre una arena tan suave que los pies se hunden en ella”.

No todas las cuerdas de nailon tienen la misma tensión y, por tanto, el artista elige el nivel correcto según sus preferencias. Cuando le pregunto si a veces ha usado cuerdas de diferente tensión, Kwon frunce el ceño y se frota la cara con las manos. “La cuerda es un tema delicado”, responde finalmente. “Hay una vida humana sobre la cuerda. Por tanto, somos cautelosos al cambiarlas”.

Desde los nueve años

Kwon, funámbulo con más de 40 años de experiencia, resalta: “Caminar sobre la cuerda floja coreana tradicional no es solo una hazaña acrobática, sino un arte escénico que incluye interactuar con el público entre bromas y chistes”.

Volví a ver un vídeo de su actuación. Esta vez, comencé a percibir no solo los movimientos del artista, sino también las curvas creadas por la cuerda temblorosa ante el movimiento de un hombre que no toca el suelo y de una cuerda que sostiene su peso. Caminando sobre la cuerda, desplegaba su abanico y dibujaba pequeñas curvas en el aire. Los espectadores pueden ver el abanico como un elemento que aporta gracia a sus movimientos, pero Kwon lo usa para mantener el equilibrio controlando la resistencia del viento. Moviéndose en el aire con solo una cuerda como único punto de apoyo, el acróbata debe dominar el viento con el abanico como única herramienta.

“Prueba y agita un abanico para crear viento y sentirás el peso. Pues ese peso es el que usas para controlar el equilibrio. Pero eso no es todo. Si sostienes el abanico contra un viento fuerte, actuará como un paracaídas”, afirma. “Cómo mantener el equilibrio… no es algo que se pueda explicar con palabras”.

¿Cuál sería la habilidad más difícil sobre la cuerda floja? ¿Cuál es la técnica que presenta el mayor desafío para cualquier artista? Al reflexionar sobre estas preguntas, vuelve a frotarse la cara con las dos manos.

“Entrenar para caminar sobre la cuerda floja es como crecer. A medida que tu cuerpo crece y tu cerebro madura, tus habilidades también mejoran sin darte cuenta”, responde. “No puedes simplemente decir que has superado cierto nivel, o que dominas cierta habilidad. Más bien, sus habilidades se van perfeccionando y afianzando gradualmente con el tiempo a medida que continúas actuando. Así es como funciona”.

A medida que las preguntas y respuestas emergían, el arte de Kwon parecía menos un truco físico sino algo que reflejaba su vida y su mente.

Sus padres, también artistas itinerantes, le hicieron unirse a la compañía cuando tenía nueve años. Simplemente aceptó el camino en la vida trazado para él. Desde la infancia, su vida ha sido inseparable de su arte, y cuando creció como persona, también maduró como artista. Su vida ha sido un largo proceso de aprendizaje en el que vivir y ensayar era lo mismo.

¿Cómo se siente al recordar toda una vida pasada en la cuerda floja? ¿Podría la memoria ser compartimentada en base a una escala de tiempo? Tan pronto como formulo esas preguntas, Kwon muestra resistencia a la idea de que cualquier habilidad pueda medirse en cifras.

“Si tuviera que hablar en esos términos... Bueno, diría que mi ánimo estaba a tope en el décimo año de entrenamiento. Sin miedo, pero sin ningún estilo. Me ocupaba en seguir una suerte de entrenamiento repetitivo”, recuerda. “Cuando pasaron unos 20 años pude hallar mi propio estilo y ajustar mi rendimiento a mi condición física. Después, era natural ponerme sobre la cuerda y decidir en qué lugar presentaría las distintas técnicas, según mi condición de ese día. Y aunque ahora tengo 40 años de experiencia, mis habilidades aún no son perfectas.

Incluso a día de hoy, cuando el clima es malo tanto la cuerda como mi cuerpo se sienten pesados. No hay solución al respecto. En este sentido, caminar sobre la cuerda floja parece una especie de deporte extremo sin una rutina predeterminada, que fluye dinámicamente para enfrentar condiciones cambiantes”.

Kwon, hasta ahora de reservadas respuestas, se apasiona al hablar de la altura. La pregunta era bastante simple. Solo buscaba confirmar la altura de la cuerda de su actuación: tres metros.

“No importa lo alto que esté instalada la cuerda. Hay una diferencia tremenda entre una estructura de tres metros de alto y una cuerda floja de tres metros de altura. Cuanto más alta esté la cuerda, mayor es el riesgo y la sensación de miedo. No hay necesidad de correr riesgos por subirla más alto”, exclama, alzando la voz. “La tradición coreana no es un truco de funambulismo que se realiza sobre un cable en un valle frente a un precipicio, sino más bien son pequeños trucos sobre la cuerda, donde el artista mantiene el contacto visual con los espectadores y conversa con ellos”.

Uno no olvida cómo comer con palillos por no usarlos durante unos días, y lo mismo se aplica a la cuerda para los funámbulos, destaca. A día de hoy suele actuar sin ensayar en caso de lesionarse mientras practica. Ha sufrido accidentes de vez en cuando, pero trata de no rememorarlos, porque el miedo se manifiesta en diversas formas y grados cada vez que se sube sobre la cuerda. Al final, elevarse por encima de ese miedo es una parte importante de su arte. Debe realizar mucho entrenamiento mental, le pregunto, pero su respuesta resulta inesperada: “No lo pienso demasiado. Simplemente me digo a mí mismo: ‘Este es tu trabajo, conlleva riesgo, por tanto, sé cauteloso’. Y trato de ser consciente de las cosas que me rodean. No mato a seres vivos, especialmente animales alados, a los que obviamente no hago ningún daño. Ni tan siquiera los como, porque también soy un ser aéreo”.

“Al recorrer la cuerda floja de la vida, tienes que ir en línea recta y no por mal camino, y mantener el equilibrio incluso cuando el viento te balancea”

Kwon actúa en el césped frente al Museo Nacional de Historia Contemporánea de Corea en Gwanghwamun, en el centro de Seúl. El abanico en su mano es el único utensilio del que se vale para controlar la resistencia al viento y mantener el equilibrio sobre la cuerda.

La vida es una cuerda floja

Si el miedo viene y va a placer… ¿quiere decir que sus 40 años de experiencia no son suficientes para controlarlo? Ante tan incontrolable sentimiento, él solo mantiene la distancia y toma medidas algo simbólicas para protegerse de la desgracia. Sin embargo, no tolera ninguna ambigüedad ni fallos en lo que es controlable.

“Por supuesto, instalo la cuerda yo mismo. Al instalar los postes, siempre me aseguro de que el suelo sea lo suficientemente firme como para sostener la carga. Calculo la cantidad correcta de tensión al atar los extremos de la cuerda a los postes de cada lado. Si la cuerda no está bien atada, por ejemplo, si está demasiado tensa o rígida, mi cuerpo sentirá un impacto enorme. Sólo yo sé la tensión que preciso, así que ajusto la cuerda con mis propias manos”, explica.

Un intérprete que considera la física de la distribución de carga. En efecto, Kwon dice que habría sido ingeniero de haber elegido otra ocupación. Le gusta especialmente manejar maquinaria y puede hacer reparaciones simples usando piezas fabricadas por él. Su vida podría haber sido más próspera de haberse especializado en ese campo. Pero al preguntarle si esa vida alternativa es un sueño sin cumplir, responde con brusquedad que nunca la soñó.

“Este es un trabajo maravilloso si no tienes que preocuparte por ganarte la vida”, resalta. “He viajado al extranjero presentando mi arte, y me han llamado ‘Maestro Kwon’ con respeto. Mi nombre figura en el ‘Libro Guinness de los Récords Mundiales’ por realizar geojung dolgi [saltar desde posición sentada y girar 180 grados en el aire antes de volver a sentarse sobre la cuerda] 12 veces en 30 segundos. ¿Acaso no es suficiente para ser feliz?”

Y eso no es todo. También fue galardonado con el título de “Maestro” en Namsadang Nori, calificado como importante bien cultural inmaterial de Corea, que figura inscrito en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.

Para Kwon, la vida es una cuerda floja (jul): “¿A qué te aferras cuando llegas al mundo? Sí, al cordón umbilical (taet-jul). Un bebé recién nacido comienza la vida envuelto en pañales atados con cuerdas (jul). ¿Qué más? A veces hay que tirar de las cuerdas (yeon-jul) para resolver problemas. Al recorrer la cuerda floja de la vida, tienes que ir en línea recta y no por mal camino, y mantener el equilibrio incluso cuando el viento te balancea. ¿Y a dónde vas al final? Serás envuelto en hilos de cáñamo (sam-jul) y cremado hasta convertirte en cenizas. La vida comienza y termina con todo tipo de cuerdas”.

Finalmente sonríe, al preguntarle cómo sería la vida sin cuerdas. ¿En qué punto te hallas de la cuerda de tu vida? ¿Cuán ágil y alegre has saltado sobre esa cuerda? El forraje para el pensamiento equilibrista, llenó mi día.

Kang Shin-jaeescritor independiente
Ahn Hong-beomFotógrafo

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