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2020 AUTUMN

REPORTAJE ESPECIAL

Reparto a domicilio: mirada al interior de un sector en augeREPORTAJE ESPECIAL 3Economía del reparto: pasado y presente

De los mensajeros a las aplicaciones móviles, la industria de reparto de Corea ha logrado increíbles avances durante el siglo pasado. Pero ese progreso no llegó de la nada. Repasamos brevemente la evolución de la economía del reparto desde la dinastía Joseon (1392-1910).

Paul Georg von Möllendorff, el primer occidental que se desempeñó como asesor del gobierno de Joseon, llegó a Hanyang (actual Seúl) en 1882, dejando su cargo previo como vicecónsul alemán en Tianjin, China, durante la dinastía Qing. En la Corea de entonces había pocos occidentales y una de sus preocupaciones era la comida. Pero no debía haberse preocupado. Por la noche, un funcionario coreano fue a su residencia provisional con algunos sirvientes, que portaban en una especie de mesita de madera. Bajo la cubierta de tela había una variedad de platos nunca antes vistos por él, pero tras haber vivido una experiencia similar en China, Möllendorff llevó los platos a su mesa y cenó.

“De camino al mercado en la nieve”. Presumiblemente de Yi Hyeong-rok (1808-?). Siglo 19. Tinta y color claro sobre papel. 38,8 × 28,2 cm. Museo Nacional de Corea. Esta pintura de la dinastía Joseon muestra comerciantes yendo al mercado con sus mercancías a lomos de caballos y bueyes. Parte de un álbum presuntamente pintado durante la corte Yi Hyeong-rok. © Museo Nacional de Corea

Homenajes y regalos

El reparto de entregas supuso una actividad económica importante en Joseon, y apoyó la gestión estatal. La corte real dependía en gran medida de los impuestos en especies, que recaudaban entre los súbditos en todo el país. Por ejemplo, para los ritos conmemorativos mensuales a las generaciones pasadas de reyes y reinas celebrados en Jongmyo, el santuario real de los ancestros, los administradores provinciales reunían y enviaban los bienes necesarios, incluyendo cereales, pescado, frutas y sal, así como papel y utensilios de cocina. Los funcionarios a cargo del envío supervisaban a los sirvientes, que llevaban la carga mediante botes y carros de mano. Era una tarea importante que podía afectar a su posición en el gobierno.

La entrega de productos regionales también era considerada importante por los acaudalados yangban (nobleza) que vivían en provincias, pues permitía hacer regalos a personas poderosas de la capital. Kim Su-jong (1671-1736), un hombre rico de Buan, provincia de Jeolla, solía agasajar a sus amigos y dignatarios de Hanyang con especialidades locales y mariscos secos como pepinos de mar, abulones, mejillones y pulpo, así como con carne de faisán, cerdo y caquis. Como la región era famosa por el papel y los productos de bambú, los finos papiros de morera, abanicos, sombreros y peines, también eran muy apreciados entre los nobles de la capital. Desde Buan, los barcos con esos cargamentos navegaban a lo largo de la costa oeste y luego por el río Han, hasta llegar al puerto de Mapo. Una vez allí, los bienes se clasificaban y transportaban en carros de mano, o carretillas con forma de A, para ser entregados en persona a cada destinatario. Los sirvientes de Kim se encargaban de esa tarea, mientras que él hacía dos copias detalladas de cada entrega, una para él y otra para el destinatario.

La entrega que realizaban los sirvientes también era esencial para las parejas yangban que vivían separadas. Un registro histórico explica que una mujer de la familia Yi en Andong, provincia de Gyeongsang, solía enviar a su esposo, Kim Jin-hwa (1793-1850), que ostentaba un cargo público fuera de casa, alimentos como pulpo, jureles, platijas, sal, pasta de pimiento rojo (gochujang), pasta de soja (doenjang) y otros condimentos. A cambio, Kim enviaba a casa caballas, abadejos, pescado dulce, arenques y carne de res.

Los literatos neoconfucianos de Joseon despreciaban las transacciones monetarias, pues no consideraban el intercambio de bienes como conducta adecuada para un hombre virtuoso. Algunos estudiosos de la historia económica consideran que esa forma de pensar favoreció el desarrollo de la economía del reparto en la sociedad de Joseon.

Viñeta editorial titulada “Un repartidor de comida y una dama”, de Ahn Seok-ju, diario Chosun Ilbo del 5 de abril de 1934. La señora exclama con asombro: “¡Oh, Dios... lleva tan pesada carga solo con una mano!” y el repartidor responde: “Supongo que esas cosas en su cabello y sus dedos deben pesar mucho más”. © The Chosun Ilbo

Conciencia de clase

A mediados del siglo XX, la sociedad coreana comenzó gradualmente a modernizarse, aunque estaba bajo ocupación colonial. Entonces, en las ciudades comenzaron a surgir restaurantes abiertos a todo el público. Aunque la rígida jerarquía social de Joseon aparentemente se desvanecía, las antiguas distinciones de clase seguían prevaleciendo en la sociedad. Curiosamente, fue esa acérrima conciencia de la clase social lo que dio origen al reparto comercial de alimentos. En la década de 1920, el seolleongtang (sopa de huesos de buey) era uno de los platos más populares en los restaurantes de Seúl. Los propietarios de esos establecimientos eran mayormente carniceros, considerados como clase inferior en la sociedad coreana premoderna. Los nobles consideraban impensable comer entre clientes de clase baja en un restaurante regentado por un carnicero, y por tanto pedían que les llevaran la sopa a su casa.

En aquel entonces, los pagos por la entrega de alimentos a domicilio solían hacerse después, al recoger los envases vacíos, método que generaba frecuentes disputas, como refleja una anécdota de un restaurante de seolleongtang en Jongno. Uno de sus clientes ordenaba regularmente pero a menudo evitaba pagar, al ausentarse de casa cuando el repartidor volvía a por los recipientes. Enfurecido tras llamar varias veces en vano a la casa, el repartidor regresó con sus amigos e intimidó a una criada. Terminó siendo detenido por la policía.

Además del seolleongtang, los platos favoritos para llevar en aquel entonces eran naengmyeon (fideos fríos de trigo sarraceno) y ddeokguk (sopa de pastel de arroz), muy populares en los restaurantes que brotaban con abundancia en Seúl y otras ciudades. Los pedidos se hacían normalmente por teléfono, aunque la proporción de gente con teléfono era muy baja. Al recibir un pedido, preparaban la comida y los mensajeros la llevaban en bici, sujetando el manillar con la mano izquierda, mientras que con la derecha sostenían la comida. Era una hazaña tan precaria como un truco de circo, y todo un espectáculo para los viandantes.

Cartero (década de 1900). El moderno servicio postal de Corea comenzó en 1884 con el establecimiento de la Oficina General de Administración Postal. En los primeros años usaban carros de caballos para repartir correo. © Museo Nacional de Historia Contemporánea de Corea

Repartidores posan frente a Sajeongok, un famoso restaurante naengmyeon en Incheon (año 1930). Se dice que los fideos fríos de ese lugar eran tan sabrosos que llegaban pedidos de lugares remotos como Myeong-dong, en Seúl. © Museo de Historia de Bupyeong

“Morning”, fotografía de Lim Eung-sik (1946). Jóvenes mujeres con baldes de flores en Busan. Colección del Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo. © Lim Sang-cheol

Imagen de 1950. Un repartidor de naengmyeon presenta un emocionante espectáculo de acrobacias en Sokcho. Es conocido por ser el fundador de un restaurante de fideos fríos estilo Hamheung en dicha ciudad costera, cerca de la Zona Desmilitarizada. © Museo Municipal de Sokcho

Carros de mano y bicicletas

Con el establecimiento de los mercados en las ciudades, los repartidores pasaron a formar parte del paisaje urbano. Los vendedores que no podían dejar su puesto para comer, ordenaban comida en restaurantes cercanos. Generalmente las entregaba una mujer, que portaba una gran bandeja en la cabeza repleta de tazones y platos de comida, y caminaba con cautela para mantener el equilibrio. Hasta los restaurantes tradicionales de clase alta tenían un menú de entrega con docenas de platos, que llevaban en una mesita de madera, o a veces enviaban a cocineros y camareros para ayudar en los banquetes de familias adineradas. Los restaurantes chinos de lujo también ofrecían servicio para llevar como cortesía a los clientes. Pero la entrega a nivel profesional comenzó con el correo postal, los periódicos y las bebidas alcohólicas. Las cervecerías abastecían directamente a bares y restaurantes, a través mensajeros en bicicleta.

Tras la liberación de la nación del dominio japonés y la posterior Guerra de Corea, el comprimido desarrollo económico aceleró la urbanización y la industrialización. El comercio nacional aumentó rápidamente y la logística entre mayoristas y minoristas aumentó en gran medida, gracias a los mensajeros con carros de mano. Algunos compraban los productos ellos mismos y los revenderían a los minoristas al mismo precio. En vez de cobrar un margen por distribución, obtenían una pequeña ganancia vendiendo los envases vacíos a los mayoristas.

En aquellos días, en las ciudades se usaban briquetas de carbón perforadas para calentar y cocinar y, en el umbral del invierno, era común que los hogares almacenaran grandes pilas de briquetas. Pero no importaba cuántas briquetas pudiera pedir un cliente, las fábricas no hacían entregas a particulares, y los compradores no tenían más opción que alquilar carros de mano para llevar las briquetas. Cuando aumentó la demanda, en la década de 1970 los vendedores de briquetas comenzaron a ofrecer entrega puerta a puerta por una tarifa adicional. Mientras, para los vendedores que no tenían calefacción en invierno, surgieron servicios de alquiler de braseros de briquetas. En los dos principales mercados de Seúl, Namdaemun (Puerta Sur) y Dongdaemun (Puerta Este), a las 5 a.m. podía verse una bandada de repartidores con braseros portátiles y briquetas encendidas, esperando los pedidos. Al coste de las briquetas agregaban una pequeña tarifa de entrega y, repartiendo unos 200 braseros por día, podían llegar a fin de mes.

A diferencia de generaciones anteriores, los nativos digitales - nacidos después de 1980- se adaptaron sin esfuerzo a las nuevas tecnologías, y en poco tiempo los avanzados servicios de entrega se convirtieron en un rasgo distintivo de la sociedad coreana.

La generación de las apps merece ser felicitada por la próspera industria de repartos del país en el siglo XXI.

“Another Hopeful Day” (título provisional), fotografía de Lim Eung-sik (1960). Jóvenes reparten periódicos en Myeong-dong, Seúl. Entonces era común que los niños de familias pobres repartieran diarios para mantenerse y lograr algo de dinero. © Lim Sang-cheol

“Ikseon-dong”, Han Jeong-sik (1933). Repartidor de comida china en bici por los callejones de una zona residencial del centro de Seúl, con una gran caja de hojalata en una mano. Los restaurantes chinos comenzaron a ofrecer este servicio en la década de 1960. © Han Jeong-sik

Un hombre reparte briquetas de carbón con un palo al hombro en un barrio de chabolas, en la ladera de una colina en Seúl (principios de los 70). Las briquetas fueron muy usadas para calentar y cocinar desde la post Guerra de Corea hasta los años 90. © NewsBank

Motos y apps para smartphones

La comida china comenzó a distribuirse ampliamente en la década de los 60 y siguió siendo la comida a domicilio más popular durante mucho tiempo. Las bicicletas seguían siendo casi la única opción disponible para llevar los pedidos. A finales de los 70, cuando la política de inmigración del gobierno coreano dificultó que los residentes chinos pudieran ir a la universidad, muchos emigraron a Taiwán, y bastantes mensajeros coreanos que trabajaban para restaurantes chinos, abrieron su propio negocio. Entonces, la demanda de comida china a domicilio aumentó a medida que las grandes ciudades construían enormes complejos de apartamentos, creando áreas residenciales densamente pobladas.

Durante los 80, cada vez más consumidores podían pagar las tarifas de envío, impulsando fuertemente el sector, y ya en 1982, un periódico económico consideraba el servicio de reparto como un negocio de buenas perspectivas. Pero la entrega a domicilio se generalizó en el periodo previo a los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, cuando en la ciudad abrieron muchas cadenas de comida rápida de estilo estadounidense. Ahí surgió una nueva estampa urbana: jóvenes en moto repartiendo pizza, un plato hasta entonces desconocido para gran parte de los coreanos. Como las motos resultaron excelentes en cuanto a velocidad y eficacia, restaurantes chinos y mercados tradicionales las prefirieron a usar bicis o caminar.

El sistema actual de reparto, basado en el servicio de mensajería puerta a puerta, surgió como prometedor modelo de negocio durante los 90, al introducir el sistema japonés de reparto de paquetes. Al principio, los coreanos se mostraron bastante reacios a usar este servicio, pues consideraban inaceptable pagar el cargo del envío por separado. Pero pronto valoraron la comodidad de recibir las compras en casa a cambio de una pequeña tarifa. Posteriormente, los servicios de entrega de paquetes proliferaron, y eso a su vez impulsó la aparición de aplicaciones móviles en 2010. A diferencia de generaciones anteriores, los nativos digitales – aquellos nacidos después de 1980- se adaptaron sin gran esfuerzo a las nuevas tecnologías, y en poco tiempo los avanzados servicios de entrega se convirtieron en un rasgo distintivo de la sociedad coreana. La generación de las apps merece ser felicitada por la próspera industria de repartos del país en el siglo XXI. 

Repartidor de un restaurante chino junto a la Univ. de Corea en Seúl, a finales de los 90. Conocido como Cho Tae-hun, era famoso en el vecindario por su moto decorada y por conducir a la velocidad del rayo. Tras aparecer en televisión se hizo famoso en todo el país. © NewsBank

Trabajadora de un restaurante del mercado de Namdaemun (Seúl) con bandejas de comida sobre la cabeza para los comerciantes que no pueden dejar su tienda para ir a comer. © Seoul Metropolitan Government; foto de Mun Deok-gwan

Joo Young-haProfesor, Escuela de Posgrado, Academia de Estudios Coreanos

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