Iresha Perera dirige Talk to Me, una organización cívica sin ánimo de lucro que ayuda a personas desfavorecidas y discriminadas, al margen de su nacionalidad. Talk to Me tiene como objetivo lograr el mismo trato y oportunidades para ellas, y la herramienta principal de Perera es su esfuerzo por aprovechar al máximo los talentos artísticos de las esposas inmigrantes.
Monika Doll es uno de los principales esfuerzos de Talk to Me, una organización de autoayuda para mujeres inmigrantes casadas dirigida por Iresha Perera. Cualquiera puede visitar las oficinas de la organización y hacer una muñeca, que se vende para financiar las actividades de Talk to Me.
Más de 300.000 esposas inmigrantes viven actualmente en Corea. Los matrimonios internacionales son especialmente frecuentes en las zonas rurales, donde un 25% de los matrimonios nuevos se producen entre maridos coreanos y mujeres inmigrantes. La mayoría de los coreanos simplemente consideran a estas mujeres como extranjeras que hablan coreano torpemente o, en algunos casos excepcionales, fluidamente. Pero deben ser vistas de otra forma.
La mayoría de las esposas inmigrantes ahora son ciudadanas coreanas naturalizadas que conforman los pilares de las familias multiculturales del país, que cuentan con unos 800.000 miembros. Ellas sacrificaron casi todo, sus nacionalidades, trabajos e incluso familias, para convertirse en esposas de hombres coreanos y tener hijos con ellos. Por lo tanto, se puede decir que están experimentando discriminación por haberse enamorado de Corea.
Y sus voces se van a escuchar cada vez más fuerte a medida que pase el tiempo. Actualmente, Corea tiene más de dos millones de residentes nacidos en el extranjero, y se espera que el volumen de integrantes de familias multiculturales alcance el millón para 2020.
Adaptación y liderazgo
Iresha Perera llegó a Seúl en 1999 para trabajar en una empresa textil. Su plan era obtener experiencia en diseño de modas y dejar Corea tres meses después. Pero la diligencia y la alegría de esta joven mujer de Sri Lanka encandilaron a su casera, quien posteriormente le presentó a su hijo. Dos años después se casaron. “Así es como me instalé en Corea. Debo haber sido cegada por el amor”, explica Iresha, quien me pide que me dirija a ella por su nombre. Sin embargo, la discriminación experimentada pronto agrió su vida matrimonial y, al no poder soportar la xenofobia de los coreanos, regresó a Sri Lanka.
Al poco tiempo, su esposo la persuadió a regresar a Corea, y cuando lo hizo, vino decidida a probar un nuevo enfoque. Pronto entabló amistad con sus vecinos de Anyang, una ciudad satélite al sur de Seúl, especialmente con los ancianos. “Mis vecinos mayores me tomaron cariño, y pude aprender coreano rápidamente mezclándome con ellos”, dice. “Eso hizo que mi adaptación a la vida coreana fuera mucho más fácil que antes”. Formó un pequeño grupo de voluntarios en su vecindario y durante mucho tiempo integró el comité autonómico de residentes en Anyang.
Pero Iresha también se ha convertido en una figura nacional. Durante los últimos ocho años ha dirigido Talk to Me, una asociación de esposas inmigrantes. A partir de 2006, con menos de 10 esposas inmigrantes de Seúl y sus ciudades satélites, ha pasado a contar a fecha de hoy con unas 4.000 asociadas on-line y 500 off-line, convirtiéndose en la organización más grande de ese tipo en Corea.
“El nombre de la organización refleja los deseos de sus integrantes: vengan y comiencen a hablar con nosotras”, dice Iresha. “Es un grupo de autoayuda compuesto por mujeres de diferentes países, incluyendo China, Japón, Filipinas, Rusia, Tailandia, Vietnam y Sri Lanka. Ayudamos a las esposas inmigrantes a adaptarse a la vida en Corea”.Si Iresha no está en la oficina de Talk to me en el corazón de Seúl, es posible verla con frecuencia en las estaciones de televisión y radio, bien como presentadora o como panelista, hecho que le ayuda a elevar su perfil nacional.
Esfuerzos de autoayuda
Aquellos que visitan Talk to Me están encantados con la amplia variedad de “Monika Dolls”, uno de las tres principales actividades de la organización. “Monika” tiene doble significado. El nombre de las muñecas sugiere las raíces internacionales de sus creadoras, y suena similar a la palabra coreana meonikka, que significa “porque está muy lejos”. Talk to Me ha producido más de 7.000 muñecas Monika, cada una de color y forma diferente. “No hay dos iguales”, dice Iresha, y agrega que su distinta apariencia simboliza “la unidad entre la diversidad”. Los ingresos por la venta de estas muñecas se destinan a las actividades de la organización.
“Las muñecas Monika simbolizan nuestra intención de aprovechar al máximo nuestros talentos culturales mediante materiales reciclados”, afirma Iresha. “Cualquier persona interesada, extranjeros o coreanos, puede unirse a nosotros y hacer una muñeca simplemente al visitarnos”. Agrega que ella y sus colegas de la asociación desean que los coreanos, tanto los funcionarios del gobierno como los ciudadanos comunes, las consideren no como objeto de simpatía o de personas que necesitan apoyo unilateral, sino como “iguales que puede ayudar a otros y ser ayudadas por otros”.
“Al igual que muchas otras esposas inmigrantes, seré enterrada en Corea después de morir. Por eso queremos ser consideradas y tratadas como coreanas”.
La principal actividad de Talk to Me es el “Almuerzo multicultural”, un negocio de catering que ofrece un amplio menú internacional. Los ingresos se dedican a apoyar las actividades de la asociación y a comprar comida extra para dar soporte a aquellos ancianos coreanos que viven solos.
La tercera línea de acción es el programa “Visitar los países de las tías”. Hace unos años, por ejemplo, integrantes de Talk to Me y estudiantes de la Universidad de Ulsan visitaron una escuela primaria en Sri Lanka y repararon sus instalaciones y parques infantiles. Desde entonces, se han mantenido en contacto con los estudiantes de la escuela para alentarlos a esforzarse para hacer realidad sus sueños.
Rompiendo estereotipos
Iresha enfatiza que las esposas inmigrantes ya no son “extraterrestres esperando el apoyo de la sociedad”. Son personas fuertes que cuidan a sus familias, hablan coreano con fluidez y les apasiona su trabajo. Sin embargo, todavía se enfrentan a prejuicios y discriminación, dice, porque muchos coreanos suponen que se casaron con hombres coreanos para escapar de la pobreza.
“Quizá eso era cierto en el pasado pero ya no”, remarca Iresha, enfatizando que hay muchas esposas inmigrantes financieramente independientes en el área metropolitana de Seúl. “Somos ciudadanos coreanos que pagan impuestos, no extranjeros que pueden ser discriminados y excluidos. A veces, los medios de comunicación informan sobre políticos o magnates empresariales que donan grandes sumas de dinero o instalaciones para inmigrantes. Pero estas contribuciones a menudo no se distribuyen correctamente o no benefician a los más vulnerables. Ese malentendido bienestar solo termina lastimando a las esposas inmigrantes y afectando adversamente a sus puntos de vista sobre la sociedad coreana. Podemos ser minoría, pero no somos socialmente débiles”.
En tanto, uno de los mayores obstáculos que enfrentan estas mujeres es conseguir trabajo. “Los empleadores son reacios a contratarnos no por falta de habilidades, sino por nuestro color de piel. A veces, ofrecemos por teléfono servicio gratuito en comedores populares y los organizadores nos reciben. Pero al llegar, sin embargo, no es raro que nos rechacen”.
Iresha conoce de primera mano los obstáculos de trabajar aquí, y todavía no ha alcanzado el sueño que la trajo a Corea hace 19 años: diseñar ropa. En particular, lamenta la falta de apoyo educativo para las minorías étnicas. “La gente de China, Vietnam y Tailandia tiene un dominio relativamente bueno del coreano, pero los de otros países, como Sri Lanka, Myanmar y Bangladesh, son generalmente pobres en Corea”, asegura. “Esto es un gran problema porque la mayoría de nuestros desencuentros provienen de la falta de comunicación”.
Iresha Perera prepara mandu (empanadillas) con otros integrantes. Los miembros de Talk to Me visitan regularmente a los ancianos que viven solos y les proporcionan comida gratuita.
Políticas ineficaces
Iresha también tiene mucho que decir sobre las políticas multiculturales del Gobierno coreano, que tienen reputación de ser superficiales e ineficaces. “Cuando el Gobierno Metropolitano de Seúl habla de multiculturalismo, significa principalmente difundir la cultura coreana a los extranjeros, especialmente entre las personas de los países menos desarrollados. Espero que los coreanos se vuelvan más abiertos de mentalidad y estén dispuestos a aceptar otras culturas asiáticas, además de la cultura china o la japonesa”.
La intolerante mentalidad de los coreanos, tal y como lo ve Iresha, tendrá un impacto negativo en Corea, especialmente ante el rápido envejecimiento de su población. Por tanto, aconseja a los coreanos que adopten una actitud más positiva y acepten las diferencias culturales, sin más motivo que superar la inminente crisis demográfica provocada por décadas de baja tasa de natalidad.
“Al igual que muchas otras esposas inmigrantes, seré enterrada en Corea al morir. Por tanto, queremos ser consideradas y tratadas como coreanas”, recalca Iresha. Y tras admitir que los inmigrantes de primera generación toleraron la discriminación en su contra, advierte categóricamente: “Los inmigrantes de segunda generación, o los hijos de familias multiculturales, no la tolerarán”.
Sus alegatos resuenan con fuerza. Y aunque el Gobierno ahora presta más atención a los niños de padres mixtos, los expertos señalan que la política de inmigración de Corea sigue siendo un fracaso. Múltiples estudios han demostrado que hasta el 70 por ciento de los niños de padres mixtos se ven obligados a renunciar a sus sueños por desventajas lingüísticas y discriminación social. Según los informes, algunas parejas biculturales renunciaron a formar una familia porque no quieren que sus hijos padezcan los mismos sufrimientos que ellos experimentaron.
Iresha espera que el Gobierno coreano cuide mejor a las esposas inmigrantes y también a sus hijos, especialmente porque muchas de esas mujeres son mucho más jóvenes que sus esposos. “En el futuro, muchas de estas mujeres tendrán que convertirse en el sustento de sus familias”, explica.
Plan personal
Al preguntarle sobre sus propios planes, Iresha dice que continuará luchando hasta que las familias multiculturales en Corea, y especialmente sus hijos, reciban un trato mucho mejor. “Todo lo que estamos haciendo es principalmente para nuestros hijos”, insiste. Iresha y su esposo tienen dos hijos.
Iresha detalla elocuentemente su determinación de hacer todo lo posible para mejorar las vidas de las esposas inmigrantes, los coreanos naturalizados y los trabajadores invitados, en este ámbito. Cuando le pregunto si ingresaría en política si le dieran la oportunidad, responde que “sí”; pero no si los partidos políticos la invitan simplemente por motivos estéticos.
Pese a su ajetreado horario, Iresha se ve obligada a cuidar de su hogar casi sin ayuda. Eso explica por qué se mostró reacia a conceder esta entrevista después del trabajo o en fin de semana. “Solo duermo unas pocas horas al día. Pero trato de hacer todos los quehaceres domésticos”, puntualiza.
La suegra de Iresha, y también su única casera, sin duda tomó una buena decisión.